Son las 12 del día y el sol cae implacable sobre el Parque Simón Bolívar, que hoy se vistió de verde y violeta, así como las jacarandas en primavera. Solo que estas no eran flores, sino mujeres, niñas, adolescentes, adultas mayores que lloraban, gritaban, bailaban y pintaban juntas.
Días antes, los preparativos para el 8M en Toluca se gestaban en redes sociales, en los salones de clase y en los espacios de trabajo, pero sobre todo en las casas de cientos de mujeres mexiquenses que deseaban marchar y conmemorar este día con la digna rabia, acuerpando diversos deseos y luchas.
Marchar, cantar y recordar con digna rabia
Sobre las calles Valentín Gómez Farías e Ignacio López Rayón, las mujeres caminaban al punto de encuentro. “Ya estoy aquí, ¿dónde están ustedes?” preguntaba una joven menuda, con brillitos en los ojos, sentada a un costado del “caballo”, como suelen decirle al Monumento a Simon Bolivar y donde muchas mujeres se congregaron para encontrar a sus acompañantas y contingentas.
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Conforme el sol se alzaba, las mujeres llegaban en grupos reducidos para unirse a la contingenta de Marías Aborteras MX, la más grande convocada en el Valle de Toluca.
Alrededor de las dos de la tarde y con una organización impresionante, mujeres, niñas, adolescentes y hasta mascotas se encaminaron sobre Ignacio López Rayón con gritos a viva voz y pancartas con todo tipo de consignas rumbo a la Plaza de los Mártires.
A lo largo del trayecto, el bloque negro, el grupo de mujeres que más acciona físicamente en las marchas, resguardaba la seguridad de aquellas que marchaban por primera vez y mantenían apartados a los hombres que no eran parte de la misma.
Durante las movilizaciones cientos de mujeres llegaron de distintas calles a la marcha, como arroyos que se encausan apresuradamente a un gran río que, al final del camino, se convierte en marea. La marea verde y violeta había tomado las calles del centro de Toluca.
El derecho a la memoria de la vida
El furor de las movilizaciones tuvo lugar en punto de las 4:30 de la tarde, cuando las contingentas se congregaron frente al asta bandera de la Plaza de los Mártires para realizar algunas actividades enfocadas a recordar la vida de las mujeres víctimas de feminicidio, desaparición forzada y violencia machista.
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Congregadas alrededor de la asta bandera, muchas mujeres depositaron sus carteles en el piso para acuerpar a aquellas que pegaban carteles de búsqueda de mujeres que a la fecha no han sido encontradas o fueron localizadas sin vida en el proceso.
A 200 metros, otro grupo de mujeres tomaba la palabra con micrófono en mano para compartir sus historias, todas relacionadas con la violencia de género:
“Yo tenía 14 años cuando un hombre que vendía helados abusó sexualmente de mí. Las autoridades no hicieron nada”
“La persona a quien más confianza le tenía, mi mejor amigo, se aprovechó de mí cuando estaba bajo los efectos del alcohol y tomó fotos sin mi consentimiento”.
“Era una niña y el esposo de mi madre todas las noches entraba a mi cuarto a tocarme. ¿Por qué nosotras tenemos que vivir esto?”
Desde hace más de una década, el Estado de México es considerado como uno de los más violentos para las mujeres en México, pues actualmente esta entidad cuenta con 11 alertas por violencia de género.
Año tras año, las mujeres mexiquenses esperan respuestas de un gobierno indolente que parece tener oídos sordos a sus demandas, consignas y peticiones de justicia. Por ello, el 8M en Toluca se vuelve un símbolo y un recordatorio de la lucha constante de muchas mujeres violentadas sistemáticamente.
Cae la tarde, pero NO la lucha
Al final de la tarde, cerca de la hora dorada del día, las mujeres comenzaron a dispersarse. Las madres tomaron las manos de sus hijas y las amigas se acompañaron lejos de la congregación y la euforia que provoca el 8M en Toluca.
Aunque los cantos, los bailes y el llanto cesaron por hoy, la lucha no es de un solo día, esta se lleva a diario.
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