Escucha el Se dice que aquí…
- Salario mínimo y manos sudadas en el gabinete;
- Jubilaciones imposibles y reformas que se frenan;
- Ecatepec arde, la 4T se tensa y las multas huelen raro.

El efecto dominó en la fábrica más grande del país
El Gobierno Federal ha anunciado el aumento del salario mínimo general a 315.04 pesos diarios y activado el cronograma que reducirá la jornada laboral de 48 a 40 horas entre 2026 y 2030, sin merma salarial. En la mañanera de ayer, se detalló el alcance de esta reforma laboral que, en casi cualquier entidad, sería una buena noticia más; pero en el Estado de México adquiere una dimensión estructural: aquí vive y trabaja la PEA más grande del país, más de 8.3 millones de personas, y aquí se despliega la masa laboral más precarizada, con 4.5 millones en la informalidad y un salario promedio IMSS de 561 pesos diarios, diez por ciento por debajo del nacional. Si el salario mínimo es una señal del Estado para ordenar expectativas, en el Edomex funciona como metrónomo económico: arriba empuja al millón largo de ocupados que ganan hasta un mínimo; abajo obliga a ajustar al resto para no perder mano de obra en sectores intensivos como comercio, manufactura y transporte. Y en ese reacomodo aparece la pregunta incómoda: ¿para qué sirve la Secretaría del Trabajo estatal y en qué ocupa sus días Norberto Morales Poblete, cuyo generoso salario público es mucho más visible que sus resultados?
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Jubilarse más tarde
El Gobierno del Edomex puso sobre la mesa una salida clásica para el problema del ISSEMyM: elevar de 62 a 65 años la edad de jubilación, con escalones intermedios y argumentos actuariales impecables. La iniciativa puede ser técnicamente correcta, pero es socialmente injusta y políticamente costosa: traduce décadas de mala administración, privilegios y omisiones en más años de trabajo para quienes ya han financiado el sistema con su salario. La propia bancada mayoritaria, la del partido en el gobierno, decidió frenar el golpe y pedir “consultas” con los derechohabientes, confesando que algo en el cálculo falló. La pregunta de fondo no es si los trabajadores deben jubilarse más tarde, sino si el poder está dispuesto a tocar otros intereses antes de cargar, otra vez, la factura sobre quienes menos margen tienen.
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Azucena vs Vilchis: judicializar el pleito
En Ecatepec, el municipio más poblado del país y el mayor padrón electoral del Edomex, la política dejó de ser aritmética y volvió a ser física: todo genera fricción, calor, chispas. El hoy diputado Fernando Vilchis y su esposa deben sentirlo; no es para menos. La nueva administración encabezada por Azucena Cisneros no solo mantiene sus señalamientos: los escala con documentos, auditorías y una montaña de denuncias que ya suman 137 expedientes por un presunto desfalco superior a 547 millones de pesos. Allí aparecen compras de leche en polvo facturada a 5 122 pesos, calabaza pagada a 220, lavanderías infladas, maquinaria fantasma y patrullas duplicadas. Si Azucena tiene razón, la ruta natural sería el desafuero; si no, será ella quien pague. Lo inquietante es la grieta política: la 4T mexiquense podría enfrentar en Ecatepec su Waterloo del 2027, porque aquí las facturas pesan más que los discursos. En este territorio, ningún actor sale indemne del espejo.
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La prueba de fuego de la 4T
El Edomex inaugura 500 Farmacias del Bienestar y, más allá del acto protocolario, la pregunta es qué se está probando realmente: no solo un nuevo esquema de abasto, sino la capacidad del proyecto de la 4T de convertir derecho en servicio, promesa en infraestructura y narrativa en política pública que resista el frío del territorio. Este estado es México concentrado, un microcosmos donde conviven pobreza urbana, informalidad laboral, enfermedades crónicas y un sistema sanitario exhausto; por eso, se vuelve laboratorio y vitrina. Si las farmacias funcionan, la 4T podrá decir que el Estado volvió a cuidar a los suyos; si fallan, exhibirán la fragilidad de un proyecto que confía demasiado en la retórica y muy poco en la logística. Aquí, donde cada política se amplifica por su escala, la transformación no solo se predica: se pone a prueba.
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Multas nuevas, viejas mañas
El Edomex estrena reglamento de tránsito y presume modernidad: multas escalonadas, sanciones según historial, pagos flexibles. Todo muy siglo XXI. El problema es que debajo del barniz late la misma pregunta de siempre: ¿cómo controlar un parque vehicular que nadie controla realmente? Sin licencias confiables, sin padrón limpio, sin placas verificables, el nuevo sistema corre el riesgo de convertirse en menú gourmet para la discrecionalidad. Las sanciones progresivas podrían ordenar el caos… o solo formalizarlo. En un territorio donde la mordida fue institución durante décadas, uno se pregunta si este modelo busca salvar vidas, recaudar o simplemente perfeccionar la coreografía entre el automovilista nervioso y el agente creativo.

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