El PRD es un partido basura. Hace mucho tiempo que perdió toda utilidad pública. Debería desaparecer, pero las taras del sistema le permitirán sobrevivir parasitariamente unos años más. Recibirá dinero público a cambio de ninguna contraprestación, una especie de beca al parásito. Omar Ortega y Javier Rivera vivirán muy bien de eso y otros negocios. Aún reducido a partido local, el PRD seguirá siendo una carga para las finanzas públicas y los ciudadanos.
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Alejandro Encinas pudo ser gobernador del Estado de México, pero los grupos políticos locales lo traicionaron y perdió frente a Eruviel Ávila. Quizá Encinas haya sido uno de los mejores candidatos que haya presentado la izquierda, si no es que el mejor, pero desde entonces el PRD ya estaba putrefacto y al servicio de los intereses mexiquenses dominantes. Como responsable de la coordinación metropolitana del esperanzador gobierno de Clara Brugada, Encinas podrá reivindicar muchos de sus proyectos y anhelos que tuvo que dejar en el tintero desde 2011. Les hará bien a los municipios del Valle de México.
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Las posibilidades de que Enrique Peña o alguno de los suyos pisen algún día la prisión se reducen cada día más. Razones para enjuiciarlo o enjuiciarlos sobran, pero las condiciones políticas y legales no están dadas. Es más factible que vuelva a México a vivir apaciblemente que a rendir cuentas.
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Es increíble que más de un año después de la revuelta y las muertes en Texcapilla, el alcalde de Texcaltitlán, Javier Lujano Huerta, no haya sido tocado ni con el pétalo de una flor. Está a unas cuantas semanas de entregar el cargo y, parece, se irá impune. Es increíble, inaceptable.
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Otro alcalde, este de Morena, que por su comportamiento no hace diferencia con los de otros partidos, es el de Zumpango, Miguel Gamboa Monroy, que hasta ahora sigue sin explicar debidamente el financiamiento de su alucinante fiesta de cumpleaños en que la gastó millones de pesos solo en la contratación de artistas para que le cantaran. Apostó por el silencio y la desmemoria, pero la gente, particularmente la de su pueblo, no olvida.
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