El fútbol mexicano vuelve a estar bajo los reflectores, pero no precisamente por cuestiones deportivas. Tras la eliminación de Santos Laguna, quedó claro que el mayor problema del club no es su pobre desempeño en la cancha, sino los graves señalamientos que recaen sobre su propietario, Alejandro Irarragorri.
La historia se remonta a principios de 2024, cuando el entonces presidente Andrés Manuel López Obrador, durante una de sus mañaneras, presentó una lista de grandes deudores fiscales.

Propiedad de Irarragorri
Entre los nombres, saltó a la vista un genérico “equipo de fútbol” que debía 1,271 millones de pesos. Semanas después se confirmó: el equipo señalado era Santos Laguna, propiedad de Irarragorri.
Los delitos no son menores. Las acusaciones incluyen evasión del Impuesto Sobre la Renta, operaciones simuladas, uso de sindicatos de restauranteros para encubrir pagos a técnicos y jugadores, así como el empleo de empresas fantasma para maquillar finanzas.

Evasión fiscal
Una evasión inicial de 17 millones de pesos derivó en una orden de aprehensión contra Irarragorri, así como el congelamiento de cuentas de exjugadores como Julio Furch y Guillermo Almada.
Como si fuera poco, hace unos meses se reveló que el Ayuntamiento de Torreón otorgó contratos al Club Santos Laguna por más de seis millones de pesos anuales para 2025, 2026 y 2027.
Casi 20 millones de pesos comprometidos de recursos públicos en plena crisis de credibilidad del club y su dueño. En los hechos, será la ciudadanía la que, vía impuestos, termine financiando el monto que la autoridad hacendaria le reclama a Irarragorri por prácticas fraudulentas.
La punta del Iceberg
El problema amenaza con escalar aún más. Otros clubes donde Irarragorri tiene participación, como Atlas en la Liga MX y Sporting de Gijón en España, podrían verse arrastrados en esta red de irregularidades.
La reputación del empresario —quien alguna vez fue señalado como parte de un «nuevo modelo» de gestión deportiva— hoy se desploma ante acusaciones graves que exhiben, una vez más, cómo la corrupción y la impunidad siguen manchando al fútbol mexicano.
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