De canterano a campeón. De promesa inconstante a mejor jugador de la liga. Ernesto Alexis Vega Rojas ha vivido una carrera llena de altibajos, de decisiones difíciles, de golpes duros que hacen más valioso el momento que hoy abraza.
Su historia comienza en la alcaldía Cuauhtémoc, donde nació un 25 de noviembre de 1997. Desde niño, el fútbol fue su vida. A los 10 años ya formaba parte de la cantera de Pumas. Su familia hizo de todo para apoyarlo: en una entrevista contó, entre lágrimas, que cuando tuvo la oportunidad de viajar con el equipo a Estados Unidos, sus padres vendieron hasta los muebles para que pudiera ir.
Pero esa joya que Pumas tenía entre manos fue descartada. Cortado de las fuerzas básicas, Alexis se hartó del fútbol. Se refugió en la escuela, planeó estudiar Turismo. El sueño parecía terminar.
Pero entonces apareció Toluca.
Antes de continuar con la vida académica, le ofrecieron probarse en la Sub-17 del club mexiquense. Y se quedó. Comenzó así un sacrificio que conocen bien miles de jóvenes en el centro del país: viajar todos los días de ciudad a ciudad con la esperanza de una oportunidad.
Y llegó. José Cardozo, leyenda del club y entonces entrenador, lo subió al primer equipo. Debutó un 27 de febrero de 2016, contra Pachuca, en la cancha del Diablo.
En Toluca conoció el amor… dos veces
Toluca no solo le abrió las puertas del profesionalismo. También le presentó a Paula González, una joven toluqueña que se volvió su pareja de vida. Era 2016, y el joven Alexis, que llegaba en camión, no imaginaba cuántas alegrías le daría esa ciudad.
Su primer gol en el primer equipo llegó en Copa Libertadores ante Quito. En Liga MX, marcó doblete contra Veracruz, el mar de goles apenas comenzaba.
Su calidad no pasó desapercibida. En 2018, en cuartos contra América, firmó un gol de antología, beso de despedida al equipo de sus amores. Pero esa eliminación marcó también una despedida: Chivas lo fichó ese mismo año, prometiendo proyección internacional.
Chivas: entre luces, sombras y escándalos
En Guadalajara vivió de todo. Convirtió 28 goles y dio 28 asistencias en 147 partidos. En 2021 ganó el bronce en los Juegos Olímpicos. Pero su paso fue irregular. No superaba los cinco goles por torneo. Las lesiones lo acecharon, especialmente en la rodilla.
Y los problemas fuera del campo pesaron aún más. Durante la pandemia fue señalado por asistir a fiestas con Uriel Antuna. Otra fiesta en Toluca, ya con Chivas, desató un escándalo mediático. Lo negó, pero el daño estaba hecho.
Qatar 2022: lágrimas y decepción
Martino lo llevó a Qatar. Durante el himno nacional rompió en llanto. Era el reflejo de un niño que había llegado muy lejos. Pero también se convirtió en blanco de burlas. México quedó fuera en fase de grupos. La afición, furiosa, descargó sus frustraciones.
ESPN: Un niño que cumplió un sueño, fue tomado como burla.
Ese año, el público lo abuchea. Lo llamaban «borracho», las redes lo destrozaban. Se le notaba decaído, e incluso reveló que su familia dejó de ir al estadio para evitar el maltrato de la afición.
¿Qué estás haciendo con tu carrera?
Y el reclamo no sólo llegó de las gradas. En un icónico análisis, el narrador de Televisa Paco Villa arremetió con Vega, esto luego de la humillante derrota de Chivas en el clásico nacional, donde América le clavó 4 goles.
“Antes de Guti, antes del que me digas, es Alexis Vega.
Alexis Vega, ¿qué estás haciendo con tu carrera? ¿te diste cuenta de la copa mundial que jugaste? ¿Te diste cuenta de lo que jugaste la fase final del torneo anterior con Chivas?… ¿te das cuenta lo que significas para Chivas? nada”
Y su final con Chivas estaba más anunciado.
Regresar a casa
En 2024, tras nuevos escándalos, Chivas lo separó del plantel. Llegaron ofertas: Tigres, Cruz Azul, Europa… Pero una sola propuesta tocó su corazón: la del club que lo vio nacer.
Toluca levantó la mano. Cardozo, el hombre que lo debutó, le aconsejó reencontrarse a 2,660 metros sobre el nivel del mar, la ciudad estaba lista para recibirlo. Y Vega, sin plenitud física, pero con ganas de redención, aceptó volver.
Su presentación fue simbólica: dormido, despertando. Renaciendo.
No era un fichaje bomba, no costó millones, era un hombre roto, que buscaba volver a ser. Y el Diablo lo arropó, la afición lo protegió. Vega no fue juzgado, fue entendido.
Con disciplina y paciencia, recuperó la confianza. Volvió a sonreír. Volvió a jugar. Toluca, su casa, era también su refugio. Su esposa, toluqueña, su ancla emocional.
El renacer del hijo pródigo
En su primer torneo de regreso anotó 6 goles y dio 4 asistencias. En el segundo, 3 goles y 4 pases. En el tercero… escribió historia.
Vestía el “9” de Cardozo. Portaba el gafete de capitán. Jugaba suelto, feliz. En la temporada regular marcó 9 goles y dio 8 asistencias. Pero faltaba lo más difícil: la liguilla.
Contra Rayados, golazo para empatar el global y avanzar. Contra Tigres, penal y gol para cerrar la serie. En la final, el rival a vencer: América. El tricampeón.
0-0 en la ida. En la vuelta, todo cambió. Luan abrió el marcador. Robert Morales provocó penal. Vega, capitán, tomó la pelota. El estadio guardó la respiración.
“Confía”, murmuró la tribuna. Disparó. Gol.
El Diablo era campeón. Vega, mejor jugador del torneo. La redención se había consumado.
Un héroe imperfecto
Alexis Vega no es un héroe idealizado. Es uno de los nuestros.
Ama a su familia, fue a citas con su esposa a La Trompería, se toma fotos en el Palenque de Metepec, canta a todo pulmón las de Julión Álvarez, ondea la bandera del “Tolu”… Se equivoca. Se levanta. Cambia.
No aspira a la perfección. Aspira a perdonarse. Y en ese acto de humanidad, se volvió leyenda. Porque no hay héroe más poderoso que aquel que acepta su vulnerabilidad, y aun así, se atreve a reescribir su historia.
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