Año nuevo, envejecimiento del país en curso

Año nuevo, envejecimiento del país en curso
¿Sabías que en los años 70 en promedio las madres mexicanas tenían 7 hijos?

La nación mexicana está envejeciendo; lo hace desde hace unos 40 años, pero en este año que inicia tenemos datos para apreciar con toda claridad las modificaciones demográficas. En la última semana del año 2023 en el Diario Oficial de la Federación se publicó el Programa Nacional de Población 2023-2024 y en él se consigna que la población infantil (0 a 11 años) representa solo 20% del total; los jóvenes (de 12 a 29 años) ya no son el grupo poblacional más numeroso, pues solo alcanza 30%; por su parte, la población adulta (30 a 59 años) es la más voluminosa, ya que representa 38%; y, por último, los adultos mayores (más de 60 años) son 12% del total.

Como puede apreciarse, estamos en una franca transición hacia un país con menos niños y jóvenes. Esto dista mucho de lo que se apreciaba apenas en los años 90 del siglo pasado. En 1998, 28.4% de toda la población nacional era de niños y 36.7% era de jóvenes. Esto quiere decir que 65% de todos los mexicanos tenían menos de 30 años. Un cuarto de siglo después, México tiene otro rostro, es el de una persona adulta, pues poquito más del 50% supera los 30 años de edad.

Fecundidad descendiente

Esto, desde luego, tiene que ver con la disminución en la tasa de fecundidad, pues en los años 70 en promedio las madres mexicanas tenían 7 hijos. Hoy ese promedio ha descendido a 2 y sigue a la baja. Esta disminución es mucho más marcada en entidades como la nuestra, que junto con la Ciudad de México, Baja California, Quintana Roo y Nuevo León, son en las que la tasa de fecundidad es menor. Igualmente, la postergación de la maternidad y el uso de métodos anticonceptivos es mucho mayor que en otras entidades del país.

Estas cifras y su tendencia nos advierten que, en el mediano y largo plazo, el país se enfrentará a una mucho mayor demanda de servicios de asistencia y salud especializados para la población adulta mayor, en tanto que el bono demográfico del que tanto se hablaba a finales del siglo pasado parece haber caducado.

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La población joven se mantendrá en los rangos de que ha tenido en los últimos lustros, por eso para ella hay que mantener esfuerzos para brindarles educación y empleo, pero al mismo tiempo las personas mayores de 50 años serán cada día más, así que para ellos debe haber un enfoque especial para procurar su bienestar. Si bien es cierto que con la mortalidad ocasionada por la pandemia de Covid-19 la esperanza de vida disminuyó, lo cierto es que ese es un promedio, que no logra esconder el hecho de que hay en el país casi 16 millones de personas mayores de 60 años.

La atención médica, la medicina preventiva y otros procesos colaterales han hecho que la gente prolongue su vida, encontrando cada vez mayor número de familias con ancianos viviendo con ellas. Este es un fenómeno que no era tan notorio hace medio siglo. El reto en este caso es el de lograr un envejecimiento activo, que valore a las personas adultas mayores y les dé un lugar en la dinámica social.

Uno de lo los desafíos que en este sentido advierte el Programa Nacional de Población 2023-2024 es vigorizar las relaciones intergeneracionales en los ámbitos económico, social y cultural, de manera que permita reducir las brechas generacionales y compartir conocimientos, experiencias y capacidades, además de incrementar la cooperación, el desarrollo y la evolución de mayores y jóvenes.

Papel del gobierno federal

No son retos menores los que se advierten de cara a esta transición demográfica. Así se reconoce por parte del Gobierno Federal, pero desde luego que es un fenómeno que nos interpela a todos en los ámbitos familiar y social. En todos los espacios es mucho más común la convivencia entre personas de todas las generaciones. En los hogares llegan a convivir tres o más generaciones: los nietos, los padres, los abuelos y hasta los bisabuelos. Esa convivencia no es necesariamente armoniosa, tersa, con un sitio y reconocimiento para cada uno de ellos.

Llegar a la tercera edad casi siempre va acompañado de un deterioro de la salud, de una precariedad económica, de una incomprensión y exclusión. Son, todos ellos fenómenos sociales que pueden ser materia de planeación e intervención para generar las mejores dinámicas.

Somos, cada vez en mayor medida, una nación que envejece. Tenemos que asumir ese proceso como una realidad y tomar medidas ahora de cara al futuro. Los procesos que ya antes describimos no se van a detener ni a revertir. Quizá los procesos migratorios traigan consigo una modificación en ellos, pero puede estimarse que no será mayúsculo ni en el corto plazo.