La poesía expresada en una forma más libre que las estructuras convencionales, justamente para transgredir nuestra visión de cómo se deben hacer las cosas, al igual que el performance como obra artística viva que mezcla la crítica social, estética o política para demandar un cambio o demostrar una postura que se rebela contra las instituciones, las costumbres o las ideologías que el artista presenta después de un arduo análisis del contexto es lo que se vivió ayer por la noche en El Refugio Para Emergencias Visuales.
Entre lecturas con temáticas que oscilaron entre la cotidianidad frustrada de la gente o una aventura mínima en un autobús de Toluca, los escritores que se presentaron no bajo la lupa del profesionalismo escritural sino con la exigencia de representar su realidad con palabras no importando carecer del oficio de la escritura y atendiendo a la necesidad de liberar una pulsión artística que la literatura puede ofrecer a quien así lo desee.
Por otro lado, el arte performativo fue un viaje introspectivo a la psicología de la mente humana, los artistas que presentaron su trabajo mezclan los elementos del arte de acción como las intervenciones a objetos, lugares y hasta su propio cuerpo para expresar una imagen que habría de ser un poco difícil de digerir sin un sustento teórico, por lo cual estos artistas que provienen de tres ramas académicas diferentes: artes plásticas para Antonio Flores Topoi, la psicología para Gerardo Plata (El Muñeco) y un escritor Shinta MR; colocaron como base teórica, el trabajo introspectivo y el autoconocimiento que acompañan de un recital dramatizado con un monologo interior (fluir de conciencia) en el cual lo más importante no son las estructuras del texto literario sino el flujo de imágenes sin barreras que impidan el descubrimiento interno de las sensaciones y sentimientos que el ser humano guarda estando latentes todo el tiempo y que no deben verse interrumpidas por signos ortográficos o de cualquier otra índole reglamentaria dentro de la escritura.
Consiente de las emergencias visuales y sociales que apremian en la ciudad de Toluca, y para un consumo de arte más lúdico, crítico y recreativo de la sociedad, el Refugio abrió sus puertas al arte emergente una vez más.
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