Autotianguis de Metepec, ¿todo sobre ruedas?

Toluca, México; 29 de julio de 2018. La carretera Toluca–Tanango  es hogar de un tianguis donde la mercancía son, en su totalidad, automóviles particulares, camionetas y camiones de carga. Oferta que llena los pasillos terrosos de un lote sin vida de lunes a viernes. Cerca de las 8:00, el predio abre sus puertas resguardado por […]

Toluca, México; 29 de julio de 2018. La carretera Toluca–Tanango  es hogar de un tianguis donde la mercancía son, en su totalidad, automóviles particulares, camionetas y camiones de carga. Oferta que llena los pasillos terrosos de un lote sin vida de lunes a viernes.

Cerca de las 8:00, el predio abre sus puertas resguardado por la policía estatal. Autos y camiones ingresan con sus propietarios a la espera de una venta o un intercambio en el Auto Contrataciones Metepec, que recibe a cientos de vendedores bajo la condición de cubrir la tarifa de acceso, que va desde 180 pesos para autos regulares y 200 pesos para camiones.

Tanto hombres como mujeres ataviados con gorras y chalecos fosforescentes reciben al público, compuesto por compradores y curiosos que se aproximan a los más de 20 pasillos que fraccionan el suelo. Vigilancia motorizada supervisa la seguridad de los corredores, seguridad estatal recorre el mercado mientras al fondo se ubica escondida una unidad de la Fiscalía General de Justicia del Estado de México (FGJEM), responsable de verificar que la mercancía no sea robada.

Por los pasillos, sombrillas, mantas y lonas pueblan el tianguis, cada una de ellas albergando vendedores que esperan una transacción: “¡Le calo el carro!”, “¡revise el motor!”, ¡está casi nuevo!”, son algunas de las argucias más frecuentes articuladas por pregoneros de todas las edades. 

Los autos brillan bajo los rayos del sol, las llantas recién enceradas, los cofres abiertos y los parabrisas proyectan leyendas de precio marcadas con rotuladores, además de placas de cartón, son denominador común en tanto que vendedores se congregan para murmurarse que la clientela es contada, aunque aún es temprano.

A las 11:00 el movimiento intensifica y los pasillos comienzan a albergar compradores que preguntan por el comerciante de tal o cual transporte. Empieza la compra-venta de vehículos, las placas de cartón son arrojadas al suelo conforme se cierra un trato y los espacios que contenían los vehículos se despejan mientras éstos se dirigen a un módulo de verificación al fondo, en espera del nuevo propietario, para oficializar la transacción. Ahí se observan vehículos desde 15 mil hasta 300 mil pesos recién lavados, decorados, listos para irse del mercado.

Poco después de las primeras ventas se miran los cartones de cerveza y las botellas que recubren lugares escondidos entre los pasadizos de este laberinto andante; en un gesto curioso, la administración prohíbe el consumo de bebidas alcohólicas, sin embargo esto no impide lo contrario.

El predio alberga numerosos comercios, desde vendedores de agua y comida hasta lavado exprés. Comerciantes hacen su agosto con la venta de helados, rapados, sombreros, lentes, botas, chamarras y películas “originales”  Zapatos repletos de polvo se desplazan entre espacios polvosos, cubetas de agua se posan sobre el escaso pavimento, mientras vendedores esperan sentados a que el reloj marque las 18:00 para volver o no regresar.