Es bien sabido que el movimiento de justicia social por el trato digno a los animales ha logrado importantes avances en las últimas décadas. Pero, a pesar del gran activismo de muchas organizaciones, todavía llegamos a encontrar que se le resta importancia a esta causa. Hasta hace no mucho, incluso en los mismos gobiernos.
Es tan vital como cualquier otro movimiento, porque su motor es la empatía. Mahatma Gandhi dijo que “la grandeza de una nación y su progreso moral puede medirse por la forma en que trata a sus animales”.
Y como no podía ser de otra manera, en sus primeros días como gobernadora y en el marco del Día Mundial de los Animales, la Mtra. Delfina Gómez Álvarez presentó un Programa Ético de Control de la Sobrepoblación de Animales de Compañía en presencia de autoridades, pero sobre todo de rescatistas independientes e iniciativa privada comprometida con la causa.
Cuando los gobiernos y la sociedad civil generan sinergias para crear políticas públicas que construyen un Estado de México más compasivo, es muestra de congruencia y de voluntad colectiva.
Vale la pena destacar también un hecho sin precedentes: el Bienestar Animal se ubicó como uno de los ejes de gobierno del Plan de Desarrollo del Estado de México 2023-2029. Ningún otro gobierno le había dado este peso y es además necesario.
En el Estado de México hay 6 millones de perros; alrededor de 4.2 millones de ellos se encuentran en situación de calle. En el mejor de los casos, son mascotas comunitarias a los que las y los vecinos se encargan de darles cuidados básicos, pero la gran mayoría se encuentra en condiciones de abandono.
Los municipios que más padecen esta problemática son Ecatepec (548 mil), Nezahualcóyotl (359 mil), Toluca (303 mil), Naucalpan (278 mil), Chimalhuacán (235 mil), Tlalnepantla (224 mil) y acercándose cada vez más, Atizapán de Zaragoza (174 mil).
Son muchos los retos en estos temas, algunos muy complejos por lo que significa romper los esquemas para adoptar una responsabilidad solidaria; realizar campañas de rescate, esterilización y adopción; aumentar el número y la capacidad de los Centros de Bienestar Animal; y una reforma integral del marco normativo.
Pero como bien dice la gobernadora: “nadie debe quedarse atrás; eso incluye a nuestros animales y nuestro medio ambiente”; y más importante aún, las y los mexiquenses unidos, no tenemos límites.
Ya lo sabe, si no hay remedio, hablemos de ello.
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