Así se elaboran las deliciosas calaveritas de la Feria del Alfeñique

La magia comienza con la preparación de las icónicas calaveritas de azúcar y chocolate.

¡La Muerte en Toluca se viste de dulce! La Feria del Alfeñique está en pleno apogeo, ¡una celebración que deleita todos los sentidos y celebra la vida incluso en la oscuridad! ¡Hasta el 19 de noviembre, prepárate para un festín de colores, sabores y arte alfeñique que te dejará con ganas de más!

La magia comienza con la preparación de las icónicas calaveritas de azúcar y chocolate. ¡Un proceso aparentemente sencillo pero cargado de amor y dedicación! Los artesanos talentosos hierven el azúcar hasta alcanzar el punto perfecto y luego la vierten en moldes meticulosamente elaborados. ¡Es en estos moldes donde nace la esencia de la fiesta, las calaveritas de azúcar y chocolate que llenarán tus días de alegría!

¡La magia de las calaveritas de la Feria del Alfeñique!

Pero no te equivoques, lo que realmente pone el toque especial a estas obras maestras son los moldes mismos, ¡un arte dentro de un arte! Y sí, ¡son 84 puestos de calaveritas de azúcar y chocolate que se unen para crear una sinfonía de nostalgia y dulzura! ¡Un tributo a los seres queridos que ya no están físicamente, pero permanecen vivos en nuestros corazones y memorias!

Pero la tradición no se limita solo a los humanos. ¡Araceli Elisa López Fernández decidió darle un giro a la tradición con sus encantadoras «michiveritas y lomiveritas»! ¡Una manera única y hermosa de honrar a las mascotas que han dejado huellas imborrables en nuestros corazones! Estas creaciones personalizadas son un tributo sincero a la vida y el amor que perdura más allá de la muerte.

En medio de precios que han subido un 30%, ¡es evidente que el arte del alfeñique es más que un simple oficio, es una expresión cultural que debe ser apreciada y preservada! ¡En Toluca, la Muerte no solo es dulce, sino también esperanzadora, un recordatorio de que la vida y la memoria perduran incluso después de la despedida final!

Fotografías: Edgar Segura y Mario Avendaño