Clase media mexicana: ¿estadística o realidad social?

El éxito en esta materia es que el ingreso alcance, que se cuente con seguridad, salud, educación, servicios públicos eficientes y, sobre todo, la certeza de que el progreso de hoy no se perderá mañana
diciembre 28, 2025

En abril de 2019 escribí en este mismo espacio sobre cómo se estaba achicando la clase media. Pero, hace unos días, el Banco Mundial (BM) publicó que la clase media en México ha venido creciendo y que hoy más gente vive en esa condición que en pobreza. ¿Qué ha pasado durante esos 7 años que explique esta aparente contradicción?

Bueno, lo dicho por el BM significa que, por primera vez en la historia estadística moderna, hay más mexicanos viviendo en la clase media que en la pobreza. Sus números son los siguientes: 39.6% de la población mexicana se encontraría en el estrato medio frente a un 21.7% en situación de vulnerabilidad. Esto fue celebrado por el gobierno de la República como un hito que se suma a la cifra ya conocida de que más de 13 millones de mexicanos dejaron de ser pobres en el pasado sexenio, gracias a los incrementos históricos al salario mínimo y a los programas sociales que buscan disminuir la desigualdad. 

Ahora, hay que decir que el BM llega a esas cifras, aplicando como criterio clasificatorio que la clase media se define por un ingreso superior a los 17 dólares diarios. Esto significa unos 310 pesos. Con el reciente anuncio de que a partir de la siguiente semana el salario mínimo general subirá a $9,582.47 pesos mensuales (unos $315 pesos diarios), un trabajador formal en México cruzará, por fin, esa frontera internacional de la clase media. Bajo esta métrica que sugiere el BM ya no habría trabajadores formales «pobres» en México.

Persona sentada en la calle con una prenda oscura y pañuelo, sosteniendo un teléfono móvil y rodeada de una bolsa y una taza.

Pero, al asomarnos al umbral de 2026, la pregunta que queda en el aire es bajo, qué vara nos estamos midiendo y qué tan sólido es el suelo que hoy pisan millones de familias. Y es que hay otras métricas para estimar cuándo alguien vive en condición de pobreza o pertenece a la clase media. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) mantiene una postura más sobria y sugiere que para que alguien se considere de clase media debe ganar entre el 75% y el 200% de la mediana nacional. Bajo ese lente, el salario mínimo de 2026 aún posiciona al trabajador en el límite superior de la clase baja, revelando que la “distancia” respecto a los estratos más ricos sigue siendo un abismo difícil de cruzar. De acuerdo a los datos del INEGI, el ingreso promedio en el país fue de $27,307 por hogar. Eso quiere decir que se necesitaría un ingreso de al menos $20, 408 para considerar que se vive en la parte media de la pirámide de ingresos. 

Desde luego, los aumentos al salario mínimo han sido enormes en los últimos años, pero sostener a una familia con $9,580 al menos no es, ni de lejos, algo posible. Si esa familia tiene 3 o 4 integrantes, los mismos tendrían que vivir con 4 o 5 dólares diarios. Por esta razón es que en la mayoría de los hogares mexicanos, aparte del salario formal, se busca tener otro ingreso (sea por la vía de la informalidad, por programas sociales, por remesas o alguna otra modalidad). Solo de esta manera es que se puede subsistir.

Sea que se le mire con el parámetro del BM o de la OCDE, el reto para México sigue siendo muy grande. Sí, una persona, con trabajo formal y ganando solo el mínimo, tendría esos 17 dólares diarios para subsistir, pero cuando de él dependen una pareja y algunos hijos, eso cambia drásticamente. Cuando el ingreso familiar se eleva con ingresos informales (este sector absorbe a 54.9% de la Población Económicamente Activa), se genera lo que la OCDE define como una «clase media bajo presión», con alto grado de vulnerabilidad por situaciones emergentes, gastos inesperados, accidentes, enfermedades, etc.

Mujer sentada en la calle con un niño en brazos, vistiendo una bufanda de rayas verdes y azules, mostrando una expresión reflexiva.

A pesar del aumento en los ingresos, la clase media mexicana enfrenta un reto estructural que amenaza con devolverla a la pobreza ante cualquier crisis. La consecuencia es el fenómeno del «gasto de bolsillo». Datos de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos en el Hogar del INEGI 2024/2025 muestran que, ante la saturación de los servicios públicos, las familias de clase media destinan una parte creciente de su salario a consultorios de farmacia y medicamentos privados. Para la OCDE, una verdadera clase media es aquella que no tiene que elegir entre su salud y su patrimonio.

Como ser clase media no solo es cuánto dinero ingreso, sino un estilo de vida (de hecho hay mucha gente se autoadscribe a la clase media no tanto por cuánto gana, sino por cómo vive o aspira a vivir), un factor muy importante es la educación. Acceder a la Educación media superior y superior es un factor clave en ese sentido y México ha logrado un avance cuantitativo: la proporción de jóvenes de 25 a 34 años con al menos educación media superior subió al 59% en 2024. Sin embargo, el mercado laboral presenta una paradoja cruel. Según el INEGI, la tasa de desempleo en 2025 se mantiene abajo de 3%, pero es mucho mayor entre quienes tienen mayores niveles de estudio.

El año que está por iniciar, 2026, será la prueba de fuego. El aumento del 13% al salario mínimo es una victoria para la justicia social, pero para que la gente que sale de la pobreza y accede a la clase media, no sea mera estadística, no sea «de papel», el Estado debe transformar el ingreso monetario en bienestar real con inversión pública en infraestructura, mejora de los servicios públicos, incremento en la calidad educativa, ampliando la cobertura de servicios médicos adecuados, etc. Esto solo se puede hacer con más ingresos públicos y ello implica aplicar impuestos a la riqueza, a la acumulación, sobre todo, para seguir combatiendo la desigualdad. 

Persona sentada en una carreta de mano, vistiendo pantalones oscuros y camisa marrón, en una calle de un entorno urbano.

El ánimo optimista de fin de año puede hacer que decidamos despedir el 2025 con la satisfacción de ver una pirámide social con menos desigualdad. México ha demostrado que se puede reducir la pobreza de forma masiva a través del salario y el apoyo directo con programas sociales. Sin embargo, el 2026 nos exige pasar de la «clase media por ingreso» a la «clase media por derechos». El éxito en esta materia es que el ingreso alcance, que se cuente con seguridad, salud, educación, servicios públicos eficientes y, sobre todo, la certeza de que el progreso de hoy no se perderá mañana.

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