Cómo hablar con tu perrx, nuevo poemario de Cecilia Juárez

  Metepec, Estado de México; 17 de septiembre de 2019. Cómo hablar con tu perrx es el poemario que Cecilia Juárez lanzará al vacío -con la compañía de Alejandra Olson, Romina Cazón y Paola Gallo- para provocar la discusión el próximo viernes a las 19:30 horas en el Centro Toluqueño de Escritores.  Editado por Ediciones El Humo, este libro es […]

 

Metepec, Estado de México; 17 de septiembre de 2019. Cómo hablar con tu perrx es el poemario que Cecilia Juárez lanzará al vacío -con la compañía de Alejandra Olson, Romina Cazón y Paola Gallo- para provocar la discusión el próximo viernes a las 19:30 horas en el Centro Toluqueño de Escritores. 

Editado por Ediciones El Humo, este libro es el sexto de la poeta, quien también ha publicado con Mirabilis, Muerte para el coño dorado de Lavernia (2006) y Bar Karaoke (2014); Diablura ediciones, No te desanimes, mátate (2013); Mantra, Lobos en un corral de lobos (2016) y, también en El Humo, No estoy lista (2016). 

Romina Cazón, poeta y responsable de Ediciones El Humo explicó que invitó a Cecilia Juárez a publicar porque ya tenía un antecedente de sus poemas y porque en este trabajo juega con las formas del lenguaje, lo desestabiliza y lo saca de su zona de confort.

[jprel]

Desde el título, Cómo hablar con tu perrx podría representar una provocación por el uso de la “x”, ajeno a los preceptos de la Real Academia Española, lo cual podría generar una diatriba pero, desde el punto de vista de Cecilia Juárez, es una buena forma de visibilizar el lenguaje inclusivo y un llamado de atención respecto a todas las posibilidades que hay en este mundo aunque nos hayan enseñado que sólo había dos. 

 

“Un ataque, una patada”

 

El libro, además de provocación, dice Cecilia, es un ataque que hace y hará mientras pueda; luego la poeta se refiere al tema de la lengua y la corrección que ha llevado a territorios que no tendrían que estarse discutiendo, «como el hecho de que el habla no determina la teoría de la lengua y de que si la teoría no corresponde a la lengua es peor para la realidad».

No todos los términos pueden acunarse bajo los brazos de la Real Academia Española, dice, una vez que el español llegó a América Latina se mezcló; ya no es posible decir que el español es español en términos llanos. La lengua está viva y se transforma cotidianamente “si dentro de la lengua no existe una palabra para referirse a la gente que ha existido siempre entonces la lengua no nos está haciendo justicia”.

 

“Entre ese libro [Muerte para el coño dorado de Lavernia] y este son trece años de distancia y claro que han ocurrido muchísimas cosas, quizá la cuestión de la tecnología nos ha acercado un poco más a la información…”

 

Cuando se le pregunta acerca de la manera en que ha cambiado su escritura desde 2006, Cecilia se refiere al contexto, a cómo se ha transformado el entorno, deriva la conversación a los feminicidios desde la manera en que se nombran y a la batalla para que se aceptara que existe un término para los asesinatos cometidos por hombres contra mujeres, por el simple hecho de serlo; dice que la palabra genera un constructo social y del acercamiento que por la vía de la tecnología se tiene con los asesinatos cometidos contra mujeres y niñas, ante lo cual, asegura, es imposible permanecer incólume. 

Menciona los casos de asesinatos en serie cometidos en los Estados Unidos de América y a la manera en que la policía y el FBI reaccionaron para cazar a la gente; en nuestro país, dice, algunas de estas personas están en la Universidad y amparados en el ala ancha de la impunidad.

 

“Tengo este rollo de la especie humana como ésta que vino a apuntalar la debacle del resto de las especies sobre el planeta entero…”

 

Cecilia aborda el tema con la sorpresa que causa darse cuenta que “esto creció como un tumor al que nadie le presta atención”: el calentamiento global es el síntoma -reflexiona en lo que un amigo suyo que trabaja en algunas ONG le compartió- la enfermedad es el capitalismo: el modo de producción salvaje que va derribando pedazos de la selva sin ningún empacho y que con eso arrasa a diferentes especies.

En el libro la poeta intenta juntar lo que sucede a nivel global y su pensamiento en este sentido: ¿Qué es lo que está sucediendo si no somos capaces de aceptar que se falló con el capitalismo?

 

“Al animal que yo tomo [para la exploración de estas posibilidades en el libro] es el perro, que tiene una historia que me parece hermosa y triste al mismo tiempo… hace rato platicábamos acerca de la posibilidad de que una manada de lobos que estaba por ahí se acercara a un asentamiento humano, atraída por el olor de la carne asada -una vez que la humanidad había descubierto el fuego- y cómo poco a poco los seres humanos se dieron cuenta de que podían ser útiles y cómo les borraron, hasta cierto punto, todo el instinto que les había servido para sobrevivir hasta ese punto del desarrollo de la evolución y los volvieron domésticos y cómo después los mandaron al carajo y les dieron un patada en el culo y los mandaron a la calle”

 

Para Cecilia esto ilustra el razonamiento de este sistema con otras especies, si esta especie es de utilidad se le exprimirá hasta que ya no lo sea; en el libro esto aparece como resultado de un proyecto que empezó desde hace más o menos seis años. Habla, también, acerca de los diálogos que entabla con sus perras y que, afirma, quien no tiene un animal de compañía no comprende.

 

“Yo creo que a final de cuentas la poesía es una forma de comprender un montón de cosas de golpe… hay veces que con un poema entiendes cosas que podrías haber tardado una novela o un ensayo en entender, es como una dosis concentrada de algo, si es que tienes la capacidad para discernir lo que está diciendo el poeta…”

 

Cecilia considera que la poesía no puede quedarse a la vera de lo que, se supone, se precisa en estos momentos y con ello también viene la dificultad de no caer en una situación panfletaria que a veces no se sabe hasta que sale el libro y el lector lo hace notar. 

 

“Escribo para quienes están buscando respuestas [respecto a lo que implica ser una víctima de feminicidio a la vera de la nada y estar absolutamente vulnerable como la mayor parte de las especies animales] y también para quienes piensan que está bien agredir a una mujer y a un animal…”

 

Cecilia está convencida de que, así como hubo un cambio de paradigma en el Renacimiento: de dios a el hombre, el nuevo paradigma del siglo XXI es la mujer y así tiene que ser, dice, porque tiene que haber otro modo de ser humano y libre, la poeta cita a Rosario Castellanos, otro camino de hacer las cosas más sustentable, menciona, más cercano a lo que se es: una partícula no elemental de lo que es la vida en el planeta. 

 

“La violencia no puede estar eternamente en las manos del sistema, el sistema esta formulado para que ellos tengan el monopolio de la violencia de manera que nosotros, nosotras estemos supeditadas a lo que se define desde el estado y coartándonos la libertad para el uso de la violencia nos están coartando también la libertad para responder de una forma mucho más certera…”

 

La poeta reflexiona en el hecho de que, específicamente, a las mujeres se les ha negado este derecho, por ejemplo, en la violación se espera que una mujer asuma el papel de víctima y que no se defienda, se espera que no se use la violencia porque no se desea que trastoque un orden que ya no sirve.

 

“El libro es la piedra que yo arrojo, lo que puedo hacer desde mi silla, desde mi momento histórico, desde mis capacidades…”

 

Cecilia dice que no puede salir y enfrentarse a los federales o los granaderos porque sería la primera en caer, pero escribe este libro, sigue leyendo, piensa cosas y analiza, como un derecho que tienen los que tienen la fortuna de seguir vivas; leer el libro es una invitación a iniciar un diálogo, a preguntarse cosas y no dar todo por sentado, porque se ha dado cuenta de que lo que se asumió como la única verdad no es totalmente cierto y es necesario poner los temas sobre la mesa.  

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