El gas licuado de petróleo, también conocido como Gas LP, está en el centro del debate público por los altos costos que sostenían las grandes empresas gaseras; sin embargo, no es la única regulación urgente, pues se trata de un combustible fósil que contribuye al cambio climático y se usa en muchos sectores del Estado de México.
Este gas se produce durante el proceso de refinación del petróleo crudo y, de acuerdo con el Inventario Estatal de Emisiones de Gases de Efecto Invernadero 2016, es uno de los tres combustibles que más contribuye al cambio climático en el estado.
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El inventario del Edomex señala que el sector energético contribuye con el 68 por ciento de los gases de efecto invernadero, de los cuales el 18.77 por ciento provienen del gas LP. En el sector de la manufactura este gas contribuye con el 5.8 por ciento, transportes 5.1 por ciento, mientras que en los sectores comercial, residencial y agrícola 61.1 por ciento.
O sea que este gas se emplea para la industria, el transporte y la agricultura, pero sobre todo para labores cotidianas como la preparación de alimentos, calentar agua, entre otros usos domésticos.
La Comisión Federal de Competencia Económica señala que el gas LP se utiliza en México principalmente debido a su poder calorífico (2.5 veces más alto que el gas natural), alta portabilidad, que no puede aún ser sustituida por combustibles como el gas natural debido a la infraestructura que requiere y “relativa eficiencia ambiental”.
La relativa eficiencia ambiental, como la define el gobierno federal, se refiere a que las emisiones contaminantes son menores comparadas con otros combustibles pero, pese a que emite menores emisiones dañinas que el queroseno o la leña, está claro en la literatura científica que sigue contribuyendo negativamente al calentamiento global y puede ser sustituido con energías limpias.
Afectaciones al medio ambiente
Si bien la emisión de gases de efecto invernadero por el empleo del gas LP se da en distintos sectores, el más inmediato para la población y el más próximo para ser atendido es el del hogar.
El consumo promedio diario de gas LP en México, según cálculos del gobierno del estado, ronda los 1.8 litros de gas por vivienda. La mala combustión afecta directamente la salud de los usuarios y, de manera general, la calidad atmosférica.
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Las emisiones de gas LP dependen del diseño de los quemadores y de la ventilación del flujo de gas; un mal diseño, un bloqueo de la ventilación e insuficiente aire provocan una combustión incompleta produciendo emisiones más contaminantes.
Expertos señalan que para evitar la mala combustión del gas se debe procurar dar mantenimiento o cambiar los calentadores y estufas con varios años de funcionamiento, pues queman de forma inadecuada el combustible y contribuyen a la generación de compuestos orgánicos volátiles que ayudan a formar ozono.
Para entender el alcance de esta problemática, un estudio realizado en el Valle de México por el gobierno de la CDMX señala que 4 de cada 10 viviendas de la Zona Metropolitana tienen fugas, y que diariamente se pierde lo equivalente a 10 mil tanques portátiles de 20 kg de gas LP, lo que representa también una pérdida económica de más de 3 millones de pesos.
El cambio climático es una realidad que día con día trae mayores afectaciones en el mundo, ante esto los distintos niveles de gobierno tienen la responsabilidad de promover y transitar hacia energías limpias, mientras que la población también tiene en sus manos las posibilidades de evitar el consumo excesivo de gas LP o gas natural, utilizando alternativas para la obtención de energía dentro de los hogares como lo son los calentadores solares.