La situación en Valle de Bravo a raíz de la crisis hídrica de este año es crítica, y, a pesar de las lluvias recientes, el nivel de la Presa Miguel Alemán sigue por debajo del 50 por ciento, situándose en alrededor del 35 por ciento, lo que no alcanza para aliviar la situación de muchas personas cuyas actividades económicas están ligadas con el bienestar del lago.
La falta de agua, los incendios, la tala y la construcción de muchos fraccionamientos han provocado no solo una crisis ambiental, sino también un impacto económico para los habitantes que dependen del turismo, como es el caso del negocio de Arturo Villalpando Téllez, quien es propietario de una marina con más de 40 años de operación, y que en los últimos meses ha visto cómo las cerca de 50 lanchas que tiene en su negocio tocan el fondo del lago y no pueden flotar, imposibilitando su uso.
Esto ha llevado a la suspensión de servicios y una caída en los ingresos, ya que algunos dueños de estas embarcaciones prefieren llevárselas para no pagar la pensión y buscan destinos con condiciones mejores para navegar.
Un aumento que no alcanza
A pesar de las lluvias recientes, que han incrementado el nivel del lago en cerca de 10 por ciento, lo que se traduce aproximadamente en 1.60 metros, la recuperación es lenta y no es suficiente para reactivar completamente la economía local.
Bajo nivel, un problema multifactorial
Villalpando señaló que la crisis no solo se debe a la falta de lluvia, sino también a factores como la construcción de mansiones y ranchos con lagos privados en las zonas boscosas de la región, y cuyos dueños desviaron causes naturales que bajan de las montañas al lago, lo que repercute en el nivel de la presa, pues se ha indicado que hay cerca 300 lagos privados en esta área, la mayoría de gente con alto poder económico.
Acciones de los pobladores
La gravedad de la situación llevó a que, a principios de 2024, cerca de 500 pobladores de Valle de Bravo protestaran en la Ciudad de México, exigiendo que la Comisión Nacional del Agua (Conagua) suspendiera la extracción de agua de la presa a través del Sistema Cutzamala, el cual, acusó, requiere mantenimiento porque tiene grandes fugas.
Ana Karen Rebollar, administradora de un restaurante en las orillas del lago, señaló que hay un antes y un después de la crisis del lago en Valle de Bravo.
Expuso que antes de que el nivel del agua bajara tanto, su restaurante tenía más mesas ocupadas y las ventas eran significativamente mejores.
«Lo veo claramente al comparar mes a mes; cada día que el lago sigue bajo es un día en que nos cuesta porque el turismo no llega», comentó.
Aunque las protestas hechas en este pueblo mágico lograron llamar la atención, la crisis persiste y la región sigue esperando soluciones efectivas que puedan garantizar la sostenibilidad del lago y la reactivación económica.
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