Dan otomíes vida al Domingo de Ramos

Decenas de familias otomíes de la comunidad de San Cristóbal Huichochitlán, en esta capital, tejen miles de palmas para mantener viva la tradición del Domingo de Ramos. En la plaza central de esta comunidad, así como en los patios de las casas, las mujeres, los hombres e incluso los niños, dedican casi todo el día […]

Decenas de familias otomíes de la comunidad de San Cristóbal Huichochitlán, en esta capital, tejen miles de palmas para mantener viva la tradición del Domingo de Ramos.

En la plaza central de esta comunidad, así como en los patios de las casas, las mujeres, los hombres e incluso los niños, dedican casi todo el día para tejer bultos de palmas en diferentes tamaños y adornados con figuras de Jesucristo.

María, explicó que desde los seis años de edad, sus abuelos y padres, le enseñaron a tejer la palma, y previo a cada Domingo de Ramos, prepara al menos dos bultos, para su venta tanto dentro de la comunidad, como en municipios aledaños e incluso viajaban desde las primeras horas del domingo a la Ciudad de México, Cuernavaca y zona conurbada.

“En cada ramo dedicamos cerca de cinco minutos, se ve fácil pero hay que tener dedicación, sobre todo en los que llevan figura y para terminar las orillas, en un día hacemos como dos bultos, es una tradición de cada año y como indígenas lo trabajamos generación tras generación, nos gusta, nos da para comer y nos permite mantener viva la tradición”, expuso.

Este año, en los cinco barrios de San Cristóbal Huichochitlán, todo el pueblo tiene listos cientos de ramos, se preparan para salir a la madrugada del domingo con destino a las diferentes iglesias del Distrito federal, entregar pedidos que de otros estados como Hidalgo y Querétaro les hace año con año para llevarlos a los centros religiosos.

Las mujeres otomíes, informaron que este año, la palma les costó cerca de dos pesos, los ramos tienen un costo al público de 10 a 15 pesos, según el tamaño de la palma, y están listos para su bendición.

“Nosotras mantenemos la tradición, nos dedicamos a tejerlos, los vendemos el Domingo de Ramos, a fin de que las familias los lleven a bendecir y lo tengan en su casa, hay leyendas que dicen que cuando en el hogar hay problemas estos ramos se queman para terminar con el mal, y algunos los ponen en su puerta para evitar que entren las malas vibras”, explicó Florencia, quien desde hace 36 años se dedica a tejer la palma.

Previo al Domingo de Ramos, esta comunidad se reúne en sus patios o en la plaza central para la elaboración de los ramos, en espera de que los mexiquenses y vecinos de zonas cercanas acudan a este punto para comprar por decenas las palmas, o se organizan para el traslado a diferentes puntos de venta.

Los vecinos, esperan vender al menos 200 ramos por familia, a fin de recuperar su inversión y poder obtener ganancias para seguir con sus actividades normales, como el tejido de palma para elaborar sombreros, gorras, guantes, bufandas y bolsas.