De Basurero al Autódromo Hermanos Rodríguez

Dice el viejo adagio que si las paredes hablaran, que no dirían. Bien podríamos aplicarlo para definir lo que fue el sitio donde se construyó la actual Unidad Deportiva de la Magdalena Mixhuca y el Autódromo Hermanos Rodríguez. Rezan las malas lenguas que el entonces presidente de México, Adolfo López Mateos, fue un asiduo fanático […]

Dice el viejo adagio que si las paredes hablaran, que no dirían. Bien podríamos aplicarlo para definir lo que fue el sitio donde se construyó la actual Unidad Deportiva de la Magdalena Mixhuca y el Autódromo Hermanos Rodríguez.

Rezan las malas lenguas que el entonces presidente de México, Adolfo López Mateos, fue un asiduo fanático al automovilismo. Era común ver al primer mandatario asistir a funciones de box, pero su pasión eran los autos y no le bastaba con verlos o tenerlos en su garaje, lo que él más disfrutaba era pilotarlos.

Pregonan otro más que el presidente ordenó cerrar, incluso, el recién creado Anillo Periférico del DF para correr a toda velocidad su Maserati 500 GT o para jugarse uno que otro arrancón con algunos de sus amigos aficionados al automovilismo.

Por eso años el regente del Departamento del DF, Ernesto P. Uruchurtu, sugirió al director de Obras Públicas, Gilberto Valenzuela, transformar el basurero del Ejido de la Magdalena Mixhuca en una enorme ciudad deportiva. Valenzuela, no tardó en contactar a su amigo el presidente de la República y le planteó la idea de crear un circuito dentro de la Ciudad Deportiva, digno de albergar la carrera de mayor prestigio como la Fórmula Uno.

Entusiasmado con la idea, López Mateos sólo impuso una condición para apoyar la misión: Ernesto P. Uruchurtu no debía enterarse. La orden insinuaba que éste debía ser un proyecto en el que se involucrarían sólo los amantes del automovilismo, y así fue. 

El capricho de Don López Mateos, el Anillo Periférico, había encontrado un sustituto y el equipo de seguridad del mandatario un alivio: al menos tendrían la esperanza de que el mandatario ya no se escabulliría a jugar carreritas en un autódromo improvisado.

El aspecto técnico de lo que sería el autódromo fue supervisado por el ingeniero Javier Velázquez, y Fred Van Beuren, quien trazó el diseño de la pista pues tenía experiencia en haber recorrido algunas de las principales pistas en Europa. Fue una pista de cinco kilómetros exactos con una recta muy larga, una curva llamada “La espiral”, la cual era un reto difícil técnicamente para los pilotos; un hairpin, una curva sumamente cerrada; otra pequeña recta que lleva a una zona de “eses” y la famosa curva peraltada. 

Ante la sorpresa del entonces Regente Capitalino, Ernesto P. Uruchurtu pidió una explicación justo en una visita del mandatario a la Magdalena Mixhuca para revisar el avance de la Ciudad Deportiva.

Uruchurtu exigió una explicación al director de Obras Públicas. “El presidente se adelantó y le dijo: ‘Mira, Ernesto, sucede que Javier Velázquez ya está en tratos para traer a México un Gran Premio de la Fórmula 1 y, aprovechando que había espacio en la Ciudad Deportiva, decidimos construir un Autódromo de primer mundo”. Al Regente de Hierro sólo le quedó cuadrarse ante lo que había dispuesto el Señor Presidente.

En un inició, el Autódromo recibió el nombre de la Magdalena Mixhuca y se inauguró el 20 de noviembre de 1959 con su primera carrera: “Los 500 kilómetros de la Ciudad de México”, la cual ganó Pedro Rodríguez, seguido por Moisés Solana y Ricardo Rodríguez, destacados pilotos mexicanos.