Desde hace dos semanas, el Valle de Toluca enfrenta un desabasto inusual de dos recursos esenciales: gas LP y agua. Aunque en redes sociales se ha instalado la idea de una “crisis generalizada”, los datos muestran otra realidad: no existe un problema en la producción del combustible ni un colapso del sistema hídrico, sino una reconfiguración abrupta tras dos eventos recientes.
El primero: la explosión de una pipa de gas en la CDMX, que expuso fallas de control, trazabilidad y seguridad en el transporte del combustible.
El segundo: la Operación Caudal, un operativo estatal que clausuró pozos clandestinos y redes de huachicoleo que abastecían pipas en 48 municipios.
Ambos hechos obligaron a una reorganización inmediata de la cadena de suministro, lo que se tradujo en retrasos, baja presión, sobrecostos y tiempos de espera.
Tres claves para entender el desabasto
I. El gas LP: un ajuste logístico, no una crisis de producción
El hecho:
El suministro de gas LP se redujo en centros de distribución y gaseras que trabajan a menos del 50 % de su capacidad. Miles de hogares han enfrentado retrasos de días para conseguir un cilindro.
El mecanismo:
Tras la explosión de una pipa en la CDMX —que reveló fallas en controles de seguridad y operación—, Pemex y los reguladores endurecieron la supervisión del transporte y trazabilidad. A ello se sumaron tres factores simultáneos:
- Mantenimiento en ductos,
- Saturación temporal en la planta de Veracruz,
- Aplicación estricta de normas de transporte y geolocalización.


No existe un problema de producción: el gas está disponible, pero está tardando más en moverse porque la cadena se encuentra en verificación y ajuste.
La implicación:
La región depende en 79 % del gas LP. Cualquier retraso genera filas, especulación y aumentos temporales de precio. No es desabasto estructural: es una reconfiguración para evitar accidentes y regular un sector históricamente opaco.
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II. El agua: el costo inmediato de desmantelar el huachicoleo
El hecho:
Desde la Operación Caudal, varias colonias del Valle de Toluca han registrado baja presión, cortes y falta de pipas.
El mecanismo:
Durante años —particularmente bajo gobiernos del PRI y PAN— se toleró una red clandestina de pozos, tomas ilegales y pipas irregulares que alimentaban un negocio paralelo. La Fiscalía documentó:
- 322 pipas aseguradas,
- 189 inmuebles usados como centros de operación,
- 51 pozos ilegales y 138 tomas clandestinas,
- Organizaciones como USON, ACME, Los 300 y Libertad operando el mercado negro.



Al clausurarse los pozos, las pipas que usaban ese abasto irregular quedaron sin fuente, lo que obligó a reorganizar rutas y horarios. El sistema legal de distribución no estaba preparado para absorber de inmediato esa demanda.
La implicación:
La escasez no proviene de falta de agua en pozos públicos, sino de la eliminación de un mercado ilegal que abastecía a miles de hogares. El ajuste es temporal, pero necesario para regularizar el servicio.
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III. Un mismo patrón: controles débiles que ahora se cierran
El hecho:
Gas y agua presentan fallas simultáneas, pero por razones distintas.
El mecanismo:
En ambos casos se rompió un equilibrio informal:
- En el gas, tolerancia a rutas, unidades y controles laxos;
- En el agua, un sistema paralelo de extracción y venta que funcionó durante años.




Al cerrarse esos espacios —explosión en CDMX, Operación Caudal— surgió una presión inmediata sobre las cadenas formales, obligadas ahora a operar sin la “flexibilidad” que daba la ilegalidad.
La implicación:
El Valle de Toluca vive el impacto de la transición entre un sistema informal tolerado y un sistema regulado. La normalización traerá estabilidad, pero el ajuste deja ver cuánta dependencia había hacia prácticas irregulares.
Más información en: El negocio detrás del pozo clandestino de agua en Toluca
¿A quién afecta?
- Entre 1.8 y 2 millones de habitantes usan gas LP.
- Más de 3 700 negocios reportan pérdidas.
- El cierre de pozos clandestinos afectó a colonias de Toluca, Lerma, Valle de Bravo y Cuautitlán.


¿Qué sigue?
- Gas LP: normalización progresiva de distribución,
- Agua: inspección continua y redistribución de rutas,
- Toluca: rehabilitación de infraestructura prolongará la baja presión,
El Valle de Toluca no enfrenta una crisis de producción: enfrenta el reacomodo de dos cadenas marcadas por años de controles débiles, informalidad y tolerancia política. El ajuste era inevitable; la regularización tomará tiempo.

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