Domingo sin ramos, sin ventas, sin gente

No hubo misa de ramos... los templos continúan cerrados por la contingencia sanitaria. Los vendedores de palmas son los más afectados

Este año el domingo de ramos fue suspendido por la pandemia que se vive a nivel nacional por el coronavirus, ya que las medidas tomadas por las autoridades federales para hacer frente a la pandemia prohibían las concentraciones de población, medidas que adoptó sin problema la Iglesia católica. En esta línea, y ante el inicio de la Semana Santa, el arzobispo de Toluca, monseñor Francisco Javier Chavolla Ramos, ordenó el cierre de todas las iglesias y parroquias de esta provincia eclesiástica, además de pedir a la feligresía católica seguir las misas desde casa.

“Lo que necesitamos es dinero para comer, nuestros hijos dependen de nosotros y tenemos que comer a fuerza, eso sí, no suben la gasolina, pero los productos de la canasta básica se van a los cielos”

En el centro histórico de Toluca se puede observar a penas seis puestos de los más de quinientos que tradicionalmente se colocaban a las afueras de los templos, entre ellos la catedral de la capital mexiquense. La Santa Veracruz que se encuentra a un costado y la iglesia del Carmen, donde regularmente se ubicaban los vendedores de palma, provenientes de la Delegación de San Cristóbal Huichochitlán, lucen sin fieles.

“La necesidad es la que nos obliga a vender y a no guardarse en cuarentena como el gobierno quisiera, a quién no le gustaría estar encerrada, pero aquí estamos y no nos vamos a rajar”, comenta Alejandra, una de las vendedoras de palmas, quién a pesar de la incertidumbre de no poder recuperar su inversión se animó a vender.

Mencionó que muchos de sus compañeros en la venta de palma no tuvieron el dinero para realizar la inversión, que, para algunos casos va de los 600 a los mil pesos, sin contar las flores, el laurel y el romero, que también se emplean para decorar las palmas. Ella ofertó su producto por solo y sin adornos. 

Esperanza Ramírez, oriunda también de la comunidad indígena de San Cristóbal, espera recuperar al menos su inversión, ya que las ganancias obtenidas por las ventas del día de hoy van de los 200 a los 300 pesos, restándole la comida y el transporte para regresar a sus hogares.

“Lo que necesitamos es dinero para comer, nuestros hijos dependen de nosotros y tenemos que comer a fuerza, eso sí, no suben la gasolina, pero los productos de la canasta básica se van a los cielos” concluyó.

Estas mujeres al igual que otra decena de vendedores llegaron desde muy temprano al centro histórico de la ciudad, donde ofrecieron la venta de sus palmas y crucifijos, con un costo de los cinco hasta los 25 pesos, para poder llevar algo de comer a sus hogares, la cuarentena y la sana distancia no son prioridad.