La Feria del Alfeñique, una de las celebraciones más arraigadas en Toluca, no solo endulza los paladares de sus visitantes cada Día de Muertos, sino que también conserva el legado cultural de generaciones de familias dedicadas al arte del alfeñique. Entre ellas, la de la señora dolores Esquivel, que por cuatro generaciones han mantenido viva la tradición de crear estas figuras dulces, símbolo de la festividad.
Desde muy jóvenes, los miembros de estas familias comienzan a aprender la técnica, un proceso que no es nada sencillo. “Empezamos a enseñar a los niños desde los cuatro o cinco años, cuando ya tienen la curiosidad de jugar y explorar», mencionó doña Dolores.
El proceso de creación del alfeñique comienza con moldes de barro que, con la mezcla adecuada de azúcar, limón y otros ingredientes, dan forma a las famosas calaveras. Estas figuras se decoran minuciosamente con colores vibrantes, manteniendo la esencia artesanal que caracteriza a cada pieza.
La feria
Este año, como en los anteriores, los Portales de Toluca se llenan de color y dulzura, con pequeños altares y ofrendas que los padres enseñan a sus hijos, reforzando la importancia de honrar a los seres queridos que ya no están. Las figuritas de alfeñique, desde calaveras hasta diminutas ofrendas, no solo son parte de la tradición, sino también un recordatorio visual para los más pequeños de la importancia de mantener vivas estas costumbres.
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