Ni al uno por ciento de los 18 millones de mexiquenses les importa la renuncia de Eruviel. A la mayoría de los priistas tampoco. Deja al PRI, pero no la senaduría que le obsequió ese partido, recordemos que Eruviel llegó por vía de la designación plurinominal. El partido que abandona le dio todo, le hizo dos veces diputado, dos veces alcalde de Ecatepec, presidente del Comité Directivo Estatal, gobernador y senador. Ciertamente, Eruviel ya no tenía nada que hacer en el PRI, no había más para él.
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Eruviel es el primer exgobernador que se va del PRI y, seguramente, con él se irán otros personajes menores que siempre le han seguido. La mayoría de los eruvielistas están en el desempleo político y desde hace tiempo tocan las puertas de Morena y el Partido Verde queriendo entrar.
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El capital político de los eruvielistas se subastará al mejor postor en las elecciones del próximo año. Quieren espacios y van a negociar con quien mejor los pague. Nada nuevo bajo el sol.
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Efrén Rojas, quien sirviera en un tramo de la administración como secretario general de Gobierno, y César Gómez Monge, su secretario de Salud, están muy cerca desde hace tiempo de Morena y el círculo próximo a la gobernadora Delfina Gómez. El gozne ha sido el senador Higinio Martínez, con quien Eruviel construyó una redituable relación política.
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Ahora cobra sentido la amable carta que el alcalde toluqueño, Raymundo Martínez – exsecretario de Educación en el gabinete de Eruviel-, envió hace unos días a la próxima gobernadora, colocándose bajo su autoridad política. Y lo que falta por ver.