El enigma Gómez Sánchez

Debe ser de familia muy numerosa o de amistades profundamente poderosas, porque lo de Alejandro Gómez Sánchez no se explica de otro modo.
junio 4, 2025

Debe ser de familia muy numerosa o de amistades profundamente poderosas, porque lo de Alejandro Gómez Sánchez no se explica de otro modo. El exfiscal general del Estado de México, aquel que se despidió en 2022 con el pretexto de “agotamiento”, ha regresado —no por aclamación popular ni méritos intachables—, sino con un triunfo electoral tan discreto como improbable. Ahora será magistrado del flamante Tribunal de Disciplina Judicial.

Su gestión anterior dejó más dudas que sentencias, más expedientes sin justicia que resultados. No fue querido, no fue recordado, y sin embargo, ha sido elegido. ¿Quién lo colocó en la boleta? ¿Quién movió los hilos? ¿Fue un pacto entre sombras o una coreografía institucional? En un Estado con memoria selectiva y urnas con brújula oculta, el ascenso de Gómez huele más a componenda que a mérito. Su jefe de toda la vida, el truculento Humberto Castillejos, debe estar celebrando el triunfo con un Petrus, de esos que tanto disfruta.

2. Cárceles que cobran… y un Estado que calla

Héctor de Mauleón —crítico feroz de la 4T, pero rara vez desinformado— ha soltado una bomba sin metralla: una denuncia bien armada, aunque sin una sola prueba pública. Según su columna, en los penales del Estado de México y la CDMX opera una maquinaria de extorsión que mueve entre 300 y 500 mil pesos semanales por centro. Privilegios, protección, medicamentos, comida o visitas: todo es mercancía.

Los nombres que menciona no son novatos en la nómina del poder. Rafael Ángel González Uscanga y Víctor Manuel Martínez Mendoza forman parte del historial oscuro del sistema penitenciario. Su trayectoria es larga… y opaca. Si lo que dice Mauleón es cierto, la pregunta es brutal: ¿tendrá este gobierno la estatura ética para investigarlos, o preferirá dejar que la sospecha se diluya como agua de cárcel?

Lo que está en juego no es una columna, sino el principio mismo de la justicia. Porque si el encierro es un negocio y los carceleros son banqueros de la impunidad, ¿qué queda del Estado de derecho?

3. Cuando el agua revela las grietas del poder

En San Mateo Atenco y Metepec no se necesita un filósofo, sino un par de bombas hidráulicas. Pero ni eso llega. Las alcaldías —una del PRI, otra del PAN— han denunciado el abandono de la CAEM frente a la temporada de lluvias. Pidieron apoyo desde enero, advirtieron riesgos, y lo único que ha llovido es silencio institucional.

La reciente salida de Pedro Moctezuma y la llegada de Arnulfo Silva como secretario del Agua no es sólo un relevo técnico: es la confesión tácita de que algo no fluía… ni en los tubos ni en las oficinas. Y mientras se normalizan las inundaciones, también se trivializa la ineficacia. En el Edomex, las lluvias no sólo arrastran lodo: también arrastran promesas.

4. El método Alito: perder con aplausos

En Durango y Veracruz, el PRI no ganó… pero según ellos, tampoco perdió. Aplicaron con precisión quirúrgica el “método Alito”: una gimnasia mental que convierte la derrota en narrativa heroica. Basta rescatar un par de municipios, exagerar un porcentaje y repetir que “se frenó a Morena” hasta que alguien lo crea. Preferentemente uno mismo.

Cristina Ruiz, al frente del PRI mexiquense, observa con devoción la estrategia. ¿Será este el entrenamiento rumbo a 2027? ¿Construir candidaturas no para competir, sino para negociar? El priismo ha pasado de partido de Estado a partido de interpretación. No hacen política, hacen stand up con cifras. Y lo peor: lo hacen en serio.

El método Alito funciona: nunca han estado tan derrotados… y tan convencidos de que van ganando.

5. La universidad que no aparece en la conversación

La UAEMéx acumula semanas en paro, pero no minutos en la conversación pública. Como si la ausencia de su voz crítica ya no incomodara a nadie. La universidad pública más importante del Estado de México atraviesa un conflicto complejo, con raíces estructurales y síntomas visibles, pero ni el gobierno estatal ni la sociedad parecen urgidos por resolverlo.

Los estudiantes han sido actores centrales de este movimiento. No todos son visibles, pero su presencia es legítima y constante. Sin embargo, el entorno institucional sigue marcado por la opacidad, el silencio rectoral y la desarticulación académica. Ortega y Gasset recordaba que la universidad tiene una misión: formar profesionales, producir ciencia y transmitir cultura. ¿Cuál de esas puede cumplir una institución que, hoy por hoy, no logra ser interlocutora de su tiempo?

Si una sociedad se acostumbra a vivir sin universidad, pronto se acostumbrará también a vivir sin pensamiento.

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