Victorino Barrios, el controversial contralor universitario, la ha emprendido no contra uno ni dos, sino contra tres exrectores. Uno ya fue sancionado formal y legalmente: Alfredo Barrera. Tambores de guerra suenan en el campus.
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Horacio Duarte tiene trabajo doble: cuidarse de los de adentro tanto como de los de afuera. Hay fundadas sospechas de que no todos en Morena hacen lo debido para que la maestra gane la elección, por el contrario, actúan como saboteadores. No es muy difícil identificarlos. Son en buena medida aquellos que ha obtenido tremendos beneficios operando para el sistema, los llamados colaboracionistas.
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El trasvase de liderazgos, militancia y simpatizantes del PRI a Morena es constante, público y notorio. Todos los días se sabe de alguien que ha brincado de un lado al otro. El estado de ánimo entre los tricolores no es el mejor. Lo que no sucede, al menos hasta el momento, es que algún morenista pida asilo en el PRI. Esa batalla la está perdiendo el partido en el poder.
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Quien se ha convertido en una especie de manzana de la discordia entre la élite del PVEM, es Luis Miranda Jr. Le cargan la mano solo por ser hijo de quien es. Con la alianza electoral Morena peor le tunden, no creen que el enjundioso muchacho haya cambiado de la noche a la mañana de filias y fobias. Lo menos que merece es el derecho a la defensa, ojalá exteriorice qué es lo que piensa.
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El ánimo –y la reputación– de Paco Vázquez está maltrecho merced de la zurras en el debate que le han dado los representantes del PRI y NAEM. Traen como pera loca al hombre de Morena que podrá tener muchas cualidades en materia política, pero es obvio que lo suyo no es la argumentación jurídico-electoral. Lo han hecho trizas, particularmente el pendenciero y rudo de Efrén Ortiz. Paco necesita ayuda urgente.