El eterno problema de San Mateo Atenco

Toluca, México; 24 de septiembre de 2018. Después de ocho años, el agua volvió a perturbar la tranquilidad de cientos  de familias de San Mateo Atenco que viven a las orillas del Río Lerma, una vez más experimentaron  la angustia, el dolor, el llanto, la pérdida. La madrugada del 1 de septiembre, el  líquido que […]

Toluca, México; 24 de septiembre de 2018. Después de ocho años, el agua volvió a perturbar la tranquilidad de cientos  de familias de San Mateo Atenco que viven a las orillas del Río Lerma, una vez más experimentaron  la angustia, el dolor, el llanto, la pérdida.

La madrugada del 1 de septiembre, el  líquido que es fuente de vida también fue desgracia, su paso se llevó  el trabajo de años de los habitantes del municipio zapatero, mientras algunos corrían por sus vidas, otros rescataban los muebles que con tanto esfuerzo pudieron adquirir después de largas jornadas laborando. 

Con miradas tristes y voz entrecortada, los pobladores recuerdan cómo era antes el municipio, sus ancestros les contaban que parecía Xochimilco, con sus con chinampas, sus canales, “vivimos encima del agua, ésta nos va cobrar factura”, mencionó un vecino. 

 

 

Hoy  a más de 20 días de la emergencia, los estragos de la lluvia torrencial han desaparecido. Los barrios cercanos al Río Lerma lucen desolados, dolidos, desamparados pero firmes, pero el radiante sol y el ardiente calor no han logrado desvanecer las huellas de las precipitaciones, quedan todavía las marcas del agua en las casas, la humedad, el fío aún se siente en los hogares. El fuerte olor a aguas negras y el inminente brote de una enfermedad infecciosa sigue latente. 

Trabajos de restauración en el bordo del rio Lerma

La inundación mostró dos caras:  por un lado un sentimiento de gratitud hacia el ejército mexicano y la policial  estatal, quienes fueron los primeros en acudir a atender la contingencia, “ellos fueron los únicos que nos ayudaron”, enalteciendo así la labor del gobierno del Estado de México, “vino un señor, me regaló un uniforme”, comentó una niña. 

 

 

 

Enojo y decepción

 

Por otro lado hay emociones de enojo y decepción, el agua a contracorriente  se llevó consigo la imagen del presidente municipal, César Serrano, “después de ocho días viene ayudarnos” denuncia un habitante del barrio San Juan.

Poco a poco el pueblo ha retomado su cotidianidad, los militares han desaparecido aunque los costales rellenos de tierra están derrumbados, los hogares con la leyenda “casa sanitizada” se observan en las calles.  El río  Lerma  ha bajado su cauce. La amenaza de lluvia no espanta, sólo mantiene alerta a los pobladores. 

La fiesta se suma a los rezos y las veladoras de la celebración del santo protector, San Mateo Atenco, las plegarias piden  no sólo por el negocio, sino porque otra lluvia no arrase con todo.