El olvido del gobierno o el imperio de la decadencia 

Esta temporada decembrina, a pesar del aumento a los combustibles y la canasta básica, la ciudad de Toluca se viste de alegría por sus cenas, sus bailes, su ruido, sin importar que los problemas extingan el espíritu que reina en la ciudad. Quienes con más alegría reciben esta temporada son los hombres, las mujeres, los […]

Esta temporada decembrina, a pesar del aumento a los combustibles y la canasta básica, la ciudad de Toluca se viste de alegría por sus cenas, sus bailes, su ruido, sin importar que los problemas extingan el espíritu que reina en la ciudad. Quienes con más alegría reciben esta temporada son los hombres, las mujeres, los niños que habitan las arterias de Toluca.

Según cálculos del INEGI (ya que no existe un conteo oficial de las personas en situación de calle porque muchas de ellas no ocupan los albergues que el Sistema Para el Desarrollo Integral de la Familia del estado de México, DIFEM brinda para ellas), por el perfil que presenta este sector de la sociedad mexiquense, son aproximadamente 407 mil 720 personas que se encuentran en esta situación.

El contexto de estas personas se debe mayoritariamente a la pobreza y el abandono, no obstante hay quienes habitan la calle como única opción,  por no tener recursos, por padecer de sus facultades mentales o porque es una forma de vida como el caso de los malabaristas y los que prestan servicios en los semáforos.

En un recorrido que AD hizo por las calles de la ciudad de Toluca, se constató que un gran número de estas personas viven ya acostumbradas y sin ninguna expectativa de cambiar de forma de vida.

Son diferentes grupos los que conforman este sector, están las personas mayores de edad que piden limosna, los que padecen alguna enfermedad mental o física, quienes se dedican a la prestación de servicios, al comercio y al entretenimiento callejero que incluye el arte circense y los músicos de autobús.

Cabe destacar que no todas las personas de estos grupos viven en situación de calle, pero son parte sustancial del folklor de la ciudad, existen y habitan las calles, algunos son explotados u obligados por sus propios familiares, quienes gracias a un concepto que abarca parte sustancial de esta problemática y se llama: deshumanización, han sido desplazados a las calles por necesidad y obligación.  Este concepto no es propio de este sector sino que abarca a casi toda la sociedad, ya por el olvido de las personas que observan a diario la carencia de los otros, o por el gobierno que no tiene las medidas necesarias para resolver esta problemática que sigue avanzando en sus cifras cada año.

La importancia de voltear los ojos a esta parte de la sociedad, no solamente del Gobierno sino de la gente que camina a lado de ellos cada día y regularmente tiene opiniones como: “podrían vivir mejor pero son flojos”, “no quieren ser ayudados”, “son los causantes de sus problemas”, es esencial para visibilizar el problema y resolverlo. 

Probablemente muchos piensan que una moneda los hace más flojos para conseguir un trabajo, sin ponerse a pensar que las cifras de desempleo no las encabezan ellos sino los que lo buscan. Al contrario, ellos trabajan todos los días, incluyendo esta temporada decembrina en la que no recibirán una gran cena y mucho menos regalos que apacigüen su hambre o sueños de una vida mejor.