Toluca, México. 11 de julio de 2019. La población en el Estado de México -y en el país- está envejeciendo. De acuerdo con proyecciones del Consejo Estatal de la Población (Coespo), se estima que para el año 2025 el número de adultos mayores en la entidad será de 2 millones 409 mil 727 personas.
Según datos del Coespo, en la entidad mexiquense viven 17 millones 604 mil 619 personas. Más de la mitad de su población está constituida por jóvenes y adultos (20-59 años), esto es que 38 de cada 100 personas en el estado pertenecen a este rango de edad, mientras que los adultos mayores representan un 9.89 por ciento del total de sus habitantes.
Este hecho responde a que las tasas de fecundidad y mortalidad han disminuido debido al incremento de la esperanza de vida al nacer. A pesar de ello, la población acumula más discapacidad conforme pasa el tiempo.
Con base en información de la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica 2018 (Enadid), la mitad de la población con discapacidad (49.9%) son personas adultas mayores (60 años o más).
Caminar, subir o bajar usando sus piernas, dificultad severa o grave para ver son las principales dificultades que presentan las personas de la tercera edad; pero la discapacidad de escuchar, aprender, recordar o concentrarse, así como para mover o usar brazos o manos también son dolencias de la gente que tiene más de 60 años.
Pese a esto, con base en estimaciones del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), ni el Estado de México -ni el país, en general- cuenta con políticas o programas específicos, enfocados a la provisión de cuidados de largo plazo, es decir los servicios que requiere una personas de 60 años y más que está en dependencia permanente, y que puede ser proporcionada de manera institucional o en el hogar.
Lo anterior se debe a que financiar este tipo de programas resulta costoso y complejo. Por esa razón, Mexico no cuenta con políticas nacionales ni programas específicos de cuidados de largo plazo, los cuales son proporcionados, "mayormente, en el hogar, de manera informal, por familiares, vecinos y amigos, sin remuneración y por lo general, con poco o ningún tipo de apoyo", concluye el informe del Coneval.
Para garantizar que la muerte social no anteceda a la muerte biológica es necesario impulsar la creación de políticas públicas orientadas al cuidado y apoyo de personas de la tercera edad, destaca Coespo.
Sobre este tema, Juan Campos Alanís, doctor en geografía por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) ha declarado que si bien debe cuidarse la parte de la política pública orientada a la atención de este grupo de población, también se debe tomar en cuenta el aspecto familiar, es decir, cuál es el rol que están jugando estas personas dentro de las familias.
“Antes era muy común ver que los hijos se hacían cargo de los padres, pero esto es cuando hablamos de familias muy extensas. Cuando cambia la estructura familiar y cada vez son menos hijos, los roles cambian, y hay un alejamiento de los hijos hacia los padres. Esto se combina con esta cuestión de ciudades mal diseñadas”, dijo.
Por su parte, el investigador de El Colegio Mexiquense, A.C., Carlos Garrocho, destacó que, en general, las ciudades están pensadas para gente que no tiene problemas de movilidad, por lo que para aquellos que tienen problemas la vida se vuelve más complicada. “La forma en como está pensada la ciudad puede hacer que el grupo de población de 65 años en adelante vea reducido su ámbito de acción”.
Ambos plantean esa problemática en la investigación que llevaron a cabo sobre la situación de los adultos mayores en las ciudades y que publican en el libro "Segregación socioespacial de la población mayor. La dimensión desconocida del envejecimiento", publicado por El Colegio Mexiquense, A.C.