A pesar de las lluvias y campañas de reforestación en Valle de Bravo, los bosques afectados por los incendios forestales están lejos de recuperarse. Las heridas que dejó el fuego en la región son profundas y cobraron la vida de miles de árboles centenarios.
Este desastre ambiental no solo deja un triste paisaje, sino que también impacta en la comunidad que ve cómo desaparecen aquellos lugares naturales que forman parte de su identidad.

El impacto fue devastador
El Parque Estatal Monte Alto, el Velo de Novia, Cualtenco, Los Pinales del Marquesado y La Carreta fueron algunas de las zonas más afectadas en mayo de este año. En particular, en Monte Alto las llamas se extendieron hasta las inmediaciones de la Unidad Deportiva, poniendo en peligro a este punto de encuentro de jóvenes y deportistas de la región.
Durante el combate de incendios, José Méndez García, del departamento de incendios forestales de Probosque, informó que el cálculo de hectáreas afectadas rebasaba las 450, donde cientos de oyameles, pinos o encinos fueron arrasados por el fuego.

La voz de una especialista
Dolores Magaña Luna, coordinadora de la Licenciatura en Geología Ambiental y Recursos Hídricos de la Universidad Autónoma del Estado de México, externó su profunda preocupación por el deterioro ambiental en la región.
En una reciente entrevista, Magaña Luna declaró que todo lo que pasa en el clima no nos tiene que sorprender y, nos guste o no, es parte de no haber cuidado los bosques.
Magaña destacó que la situación actual es el resultado de una serie de negligencias y omisiones por parte de las autoridades y la sociedad en general, por lo que subrayó la importancia de cuidar estos ecosistemas, además de acentuar la gravedad de problemas como la deforestación y la tala clandestina.
La especialista también resaltó la impunidad con la que operan quienes están detrás de estos actos de deforestación, señalando que no solo se trata de talamontes, sino también de quienes permiten la construcción ilegal de mansiones y fraccionamientos en áreas protegidas, como en Valle de Bravo.

Este descontrol ha llevado a una crisis que afecta no solo a la flora, sino también a la seguridad hídrica de la región.
Las declaraciones de Magaña indican la gravedad de la situación en Valle de Bravo. La comunidad, testigo de la devastación de sus recursos naturales, se enfrenta a un futuro incierto donde las campañas de reforestación parecen insuficientes ante la magnitud del daño.

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