El síndrome de Nerón y las masas

El síndrome de Nerón y las masas
¿Qué pasaría si se modificara la normativa para prever informes totalmente austeros a quienes ocupan un cargo de elección?

Pasados los informes de gobierno de los presidentes municipales y diputados locales (así, en minúscula, como su tamaño de servidores públicos), al igual que los primeros acomodos de cara a las próximas campañas, se marca el tiempo de hacer balances.

Los diputados locales, como parte de la mal llamada clase política, con el dinero de los impuestos, NO de su bolsa, pagaron espectaculares, lonas, bardas, calcomanías en los camiones urbanos, entrevistas y publicaciones pagadas en medios locales, todo para destacar lo que es su obligación hacer, nada más allá.

Los presidentes municipales son una subclase más rara aún, adicionalmente, ellos recurrieron en algunos casos a comerciales disfrazados de entrevistas en radio y televisión, difusión en redes de inauguraciones de pequeñas obras que es su obligación hacer, donde se acompañan de servidores públicos disfrazados de porristas.

Pequeños eventos hechos para el culto a la personalidad con el ceremonial “programa” de siempre: bienvenida, palabras de agradecimiento de alguien afín de la comunidad y luego el choro mareador del cacique/mesías y, finalmente, comida y hasta baile. Qué grotesco.

Pero también a algunos pequeños neronistas, que aplican la sentencia de «al pueblo pan y circo», les dio por organizar (claro, con cargo a los impuestos) bailes y conciertos, se trata de juntar el mayor número de personas para tener cómo justificar el desvío de recursos, nada que ver con su función principal. De lo que se trata es de distraer y manipular a las masas, no de solucionar sus problemas cotidianos.

Los diputados locales y presidentes municipales remataron la puesta en escena con eventos en auditorios o enlonados y sillerío, donde ante los notables del pueblo y del Gobierno del Estado pronunciaron discursos repetitivos, sin fondo, pero con mensajes donde pueden usar sus ensayadas poses o incluso hacer como que se les corta la voz de emoción, puro teatro.

Ante ello, las masas, aparentemente inconscientes, parece que no comprenden que los formatos inútiles de los informes fueron creados por los políticos para los políticos, igual que los esquemas de reelección diseñados por los de siempre para que permanezcan los de siempre.

¿Qué pasaría si se modificara la normativa para prever informes totalmente austeros y se prohibieran espectaculares, lonas y bardas a quienes ocupan un cargo de elección popular o partidista? ¿Y si se quitara la reelección inmediata o la posibilidad de brincar de un puesto a otro? ¿Si se prohibiera la publicidad pagada de obras, o la realización de conciertos con recursos públicos? Probablemente sería mejor.

Pero las masas a veces se cansan y despiertan, como en el caso de la gente de Texcaltitlán, a la que se dedica esta columna, como simple homenaje por recordarnos que el valiente vive hasta que el cobarde quiere.