Inseguridad: ¿Al mal tiempo, buena cara?

La ENSU no mide la masa de robos, lesiones, feminicios, asaltos
julio 28, 2024

Hablemos del término que empleó el INEGI para presentar sus resultados de la Encuesta Nacional sobre Seguridad Pública Urbana (ENSU), correspondiente al segundo trimestre de 2024: cambio estadísticamente significativo. En efecto, de acuerdo a este instrumento de medición estadística, en junio de 2024, 59.4 % de la población de 18 años y más, residente en 91 áreas urbanas (ciudades) de interés, consideró que es inseguro vivir en su ciudad. Lo anterior —agrega el mencionado Instituto— “representa un cambio estadísticamente significativo con relación a los porcentajes que se registraron en junio de 2023 (62.3 %)”.

Lo estadísticamente significativo se refiere a cualquier fenómeno registrado y que no puede ser atribuido al azar. Lo que quiere decir el INEGI, pues, es que no se trata de una casualidad que la percepción de inseguridad en el país mantenga su tendencia a la baja de los últimos cinco años. De la última medición del año 2018 a la más reciente, la tendencia a la baja es ya una evidencia empírica de que la población en México siente que la inseguridad pública es un problema menos grave.

En ese lejano diciembre de 2018 la percepción de inseguridad era de casi 80%. Sí, 21 puntos porcentuales es lo que ha disminuido en un sexenio. Y no hay que olvidar que en 2017 ya habíamos llegado a un punto más alto, prácticamente 82%. De hecho, todo el sexenio anterior la tendencia fue al alza, porque la encuesta se empezó a realizar en 2013, pero de 2014 y hasta que terminó la administración de Enrique Peña Nieto el incremento sostenido fue de casi 20 puntos porcentuales.

El sexenio que está por concluir lo que ha conseguido es revertir dicha tendencia y llevarnos a los niveles más bajos desde que se empezó a medir este fenómeno. Ahora, ¿qué es exactamente lo que mide esta encuesta del INEGI? Podemos decir que la respuesta emocional a la percepción de símbolos relacionados con el delito. Dicho en palabras más simples, qué siente la gente frente a las acciones delictivas cotidianas.

Si la gente, por ejemplo, frente a las abultadas cifras de homicidios dolosos que se han venido presentando durante ya varias décadas, siente temor de ser víctima, ello tendría que poder medirse estadísticamente bajo la figura de percepción de inseguridad. Ahora, lo que la gente percibe siempre va a estar basado en la experiencia y es única para cada persona, lo cual quiere decir que no puede ser evaluada desde una perspectiva objetiva.

No hay forma de decir, entonces, que los hechos delictivos hayan disminuido en el país, pues ese es un fenómeno distinto. La ENSU no mide la masa de robos, lesiones, feminicios, asaltos, etc. Más bien, nos permite atisbar qué tanto ello impacta en la gente, en su sentir y, consecuentemente, en su actuar. La percepción de inseguridad es contextual. Esto tiene relación con las 91 ciudades en las que se aplicó el estudio: en esos contextos urbanos es donde se concentran la mayor parte de los delitos, por ello, ahí se vuelve pertinente preguntarle a la gente qué tan segura se siente en tal contexto.

Hoy, más de la mitad de las personas (el porcentaje es más alto en mujeres que en hombres) dice sentir inseguridad en lugares como los cajeros automáticos que están en la vía pública, en el transporte, en la carretera, en el banco, en las calles que habitualmente usa, por mencionar solo los principales espacios físicos que despiertan temor. Y, sin embargo, según la ENSU, la mayoría de las personas no considera a la delincuencia el principal problema de su ciudad. Más bien, 77.7 % de la población de 18 años y más manifestó que son los baches en calles y avenidas; 70.2 % dijo que lo son las fallas y fugas en el suministro de agua potable y 56.6 % consideró que el alumbrado público era insuficiente. Asimismo, 48.0 % respondió que los hospitales saturados o con servicio deficiente representaban uno de los problemas más grandes en sus ciudades.

En suma, las cuentas que entrega la administración federal que está concluyendo es una disminución sostenida de la percepción de inseguridad en las principales ciudades del país. No puede decirse que se corresponda de manera directa con una disminución similar en los hechos delictivos, pero nos da evidencia de que la gente no teme tanto como lo hacía hace 5 o 10 años. ¿Se trata solo de que al mal tiempo se le pone buena cara?

Yo creo que no, porque la percepción es multidimensional y es, además, un constructo cultural. Los contextos, los usos, las prácticas comunes tienen impacto en esto que se busca medir bajo el concepto de “percepción de inseguridad”. En determinados contextos, bajo ciertas miradas, frente a tipos específicos de delitos, los temores suelen aflorar más o menos. Lo que la ENSU de junio de 2024 nos permite ver es que en las principales zonas urbanas del país la gente cada vez vive con menos temores.

Siguen siendo altas las tazas, pero la tendencia es la que debe sostenerse; y no porque la gente mire a otro lado frente a los delitos o ya haya normalizado ciertas conductas que lastiman a la sociedad. No, más bien la tendencia debe sostenerse con una convivencia más armoniosa y menos violenta, ahí todos tenemos responsabilidad: el Estado, la ciudadanía, el poder económico y hasta la academia; todos desde su ámbito de actuación deben sumar.

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