La creciente inseguridad

A los datos generales sobre la inseguridad en la entidad, se suman los casos que cada quien conoce y que en mi caso se refieren a los asaltos que parejas o mujeres  han sufrido en el parque Vicente Guerrero aquí en Toluca.    En dichos asaltos, de acuerdo a algunas de las víctimas, los delincuentes […]

A los datos generales sobre la inseguridad en la entidad, se suman los casos que cada quien conoce y que en mi caso se refieren a los asaltos que parejas o mujeres  han sufrido en el parque Vicente Guerrero aquí en Toluca. 

 

En dichos asaltos, de acuerdo a algunas de las víctimas, los delincuentes son hombres jóvenes que actúan en grupo de 2 o 3 y que con armas blancas amenazan al hombre o a alguna de las mujeres, mientras el otro  los despoja de sus pertenencias y el tercero sirve de vigía.

 

Algunos de esos hechos se ha hecho públicos y muy pocos, denunciados  ante la autoridad, por la lógica que impera en la sociedad: denunciar no va a servir de nada, incluso puede ser contraproducente o hasta peligroso.

 

El asunto es que la delincuencia está creciendo como alternativa para un sector de la población, mientras que el gobierno se ve cada vez más limitado en su capacidad para contenerla.

 

Al respecto cabe apuntar que un sistema injusto e inequitativo como el nuestro, va a generar grupos cada vez mayores de desfavorecidos o marginales, sin muchas opciones lícitas de progreso.

 

Son todos esos pobres, niños de la calle, mujeres explotadas, los ninis.

 Por otra parte, el sistema también enseña que cada quien debe aprovechar al máximo, en su beneficio personal,  las oportunidades que se le presenten.

 

La actitud anterior puede observarse en políticos, funcionarios públicos, en  empresarios y contratistas, en prestadores de servicios.

También la tienen  esos modestos  servidores públicos que son los policías estatales y municipales.

 

Ellos como sus jefes y los jefes de sus jefes, están preocupados por ellos mismos, en eso que llaman autorreferencialidad. Aunque los policías de a pie no aspirarán a grandes casas ni vehículos de lujo.

 

Tendrán en su caso prioridades como no trabajar mucho, obtener unos ingresos extras, exponerse lo menos posible, quedar bien con sus superiores.

Además ellos cumplen una función que es muy importante para el sistema, la de amenazar o reprimir a los manifestantes inconformes.

 

Así, los integrantes de una sociedad cada vez más deteriorada ven cómo aumentan los riesgos de sufrir daños en su persona o en sus bienes, mientras los políticos responsables del desarrollo social y los encargados de prevenir las conductas delictivas, velan, ambos, por sus propios intereses.