La inutilidad del cuerpo arbitral y el sistema electoral

La inutilidad del cuerpo arbitral y el sistema electoral
Muchas autoridades realizan la misma función, lo cual genera duplicidad de funciones y atribuciones, pero lo peor es la confusión en la ciudadanía

Las campañas para la renovación de la gubernatura del Estado de México han evidenciado un caduco e inútil cuerpo arbitral en materia electoral y, por ende, del sistema mismo. De esas circunstancias se aprovechan los actores y partidos políticos; en esta oportunidad citaremos cinco ejemplos.

Como contexto, para efectos de la presente columna, entendamos al cuerpo arbitral como aquellas instituciones encargadas de la organización y vigilancia del proceso electoral.

Para mayor claridad, el Instituto Nacional Electoral (INE) y el Instituto Estatal Electoral del Estado de México (IEEM) son encargados en lo general de la organización de los comicios, así como el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TRIFE) y el Tribunal Electoral del Estado de México (TEEM) son responsables, entre otras cosas, de la vigilancia, resolver y en su caso sancionar, las violaciones en la materia.

Salta a la vista la primera circunstancia: muchas autoridades para realizar la misma función, lo cual genera duplicidad de funciones y atribuciones, pero lo peor es la confusión en la ciudadanía. Evidentemente, se debiera tener menos burocracia y más eficiencia.

Segunda circunstancia: los vacíos de la legislación en los que se sustenta el sistema electoral y que entorpecen la actuación del cuerpo arbitral. Tienen como origen la deficiente capacidad de los legisladores para ver más allá de sus intereses partidistas y realizar su función, previendo las prácticas que de manera ventajosa se puedan presentar en los comicios, incluso antes de su inicio formal.

En el año 2022 vimos, en el Estado de México, los descarados hechos y eventos de promoción personal que se materializaron en espectaculares, eventos y pinta de bardas, que propiciaron la existencia de un piso disparejo.

Tercera circunstancia: la presentación de promesas de campaña sigue siendo no vinculante para quien las formula. Esto significa que su incumplimiento queda impune, lo que genera incredulidad y desánimo en el electorado. En la entidad hemos vivido desde hace años todo tipo de promesas, desde el “yo me comprometo ante ustedes” hasta el “te lo firmo y te lo cumplo”. Pero al final hemos visto poco de lo prometido.

Cuarta circunstancia: se sigue presentando el chapulineo de personajes electos, quienes de manera descarada cambian de partido bajo sospecha de compra de voluntades.

Lo anterior constituye una especie de fraude al electorado que otorga su voto por un partido y, de un momento a otro, ve cómo se diluye el sentido de su decisión. Lo correcto sería que si el personaje electo quiere cambiarse de partido lo haga, pero que renuncie antes a su cargo para que se respete la voluntad del votante.

Quinta circunstancia ejemplar: la ola de noticias falsas, ataques en redes, la violencia física y verbal y los ataques contra las mujeres de parte de algunos seguidores de quienes compiten se repiten un día y otro también.

Todo, encaminado a motivar el desaliento ciudadano y por ende el abstencionismo, pasa ante los ojos de un impasible cuerpo arbitral que no atina siquiera a pronunciarse.

Con su permisividad, el cuerpo arbitral refrenda que no es de utilidad para la sociedad y que junto a la construcción de un sistema electoral a modo es parte del problema.

La buena noticia es que un voto copioso puede ser el inicio del desmantelamiento de ese andamiaje perverso; de ahí la necesidad de iniciar un cambio, que será largo, pero es necesario.