La línea, el límite y lo que se deshace

Lo que no se ordena desde el liderazgo de Delfina, huele cada vez más a mero ruido de ambición herida
diciembre 2, 2025

  • Horacio y el discurso de liderazgo;
  • A la Maestra le colman la paciencia;
  • Vargas pacta, el PRI se hunde y el agua sangra.

Escucha el Se dice que aquí…

Una imagen de Horacio Duarte, secretario general de Gobierno, sonriendo junto a otra persona durante un evento, con un texto que destaca un mensaje sobre liderazgo en el Estado de México.

Horacio y el mensaje con dedicatoria

En Valle de Chalco, durante el informe de Meme Navarro, Horacio Duarte no habló para la grada, habló para dentro: dijo que en el Estado de México el movimiento tiene rumbo, liderazgo y que la única dirigente se llama Delfina Gómez; al resto, con una cortesía muy suya, lo colocó en el estante de la “politiquería”. Quien haya querido oír “unidad”, ahí se queda; quien conozca la cartografía real del morenismo mexiquense sabe que el recado venía con destinatario: a ver si ciertos cacicazgos entienden que ya no hay co-gobiernos de facto, ni “corrientes”, ni franquicias personales que puedan disputarle el timón a la gobernadora. Horacio hizo lo que se espera del secretario general de Gobierno: fijar línea sin mencionar nombres, poner la casa en orden sin montar show, recordarle a los muy sensibles que la 4T en el Edomex no es un buffet de liderazgos regionales, sino un proyecto con una sola jefatura política. Quien se dé por aludido, bien; quien no, también. Pero que sepa que la frase ya quedó escrita: lo que no se ordena desde el liderazgo de Delfina, huele cada vez más a mero ruido de ambición herida.

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Retrato de una mujer con cabello castaño y ondas suaves, vestida con un blazer, frente a un fondo de color púrpura. Texto en la imagen destaca un mensaje sobre la paciencia de una gobernadora que ha estado administrando silencios.

Le colman la paciencia

La gobernadora llevaba mas de un año administrando silencios, como quien espera a que el agua turbia se asiente sola; pero hay límites, incluso para una maestra cuyo superpoder ha sido la paciencia. Y vaya que se la colmaron. La confusión ha sido de manual: tomaron su serenidad por debilidad, su estilo reservado por ausencia de mando, su decoro político por permiso para montar pequeñas tribus que sueñan con co-gobiernos imaginarios. Pues ya no. El hasta aquí está dicho sin aspavientos, pero con la contundencia que duele: en el Edomex no hay espacio para dobles militancias morales ni para la ubicuidad conveniente de quienes hoy juran lealtad institucional y mañana corretean las obsesiones de un liderazgo que envejeció mal y en público. Quienes siguen al envidioso de siempre tendrán que definirse ya, porque la nueva regla es simple y saludable: se está con el proyecto de Delfina o se deja de estorbar. No hay tercera vía, ni centro geométrico, ni pasarela de ambigüedades. Y a quien le apriete el saco, que se lo quite antes de que se lo quiten.

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Imagen con texto sobre la opinión de Vargas respecto a la política estatal y el partido Morena, destacando la falta de futuro en una confrontación abierta.

Vargas y el arte de no morir en la colina equivocada

Enrique Vargas podrá cargar con todos los defectos que quieran colgarle, pero suicida no es; ni kamikaze, ni romántico del desastre. Ve con absoluta claridad que una confrontación abierta contra Morena en el plano estatal sería como retar a un tráiler con una bicicleta: mucha épica, cero futuro. El panismo mexiquense ya no es fuerza, es sigla. Y Vargas, que podrá ser muchas cosas menos ingenuo, entiende que en 2027 se gana más pactando que arrojándose al vacío con bandera en mano. Su objetivo real es preservar el Gobierno de Huixquilucan, ese pequeño reino azul donde aún queda algo de oxígeno y presupuesto; lo demás, absolutamente todo lo demás, es materia negociable. En esta hipótesis operativa, Vargas no busca la heroicidad, busca sobrevivir en un ecosistema donde la asimetría es monumental y la única jugada racional es convertirse en aliado táctico antes que en mártir inútil.

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Imagen que presenta un fondo deteriorado con el logotipo del partido PRI en colores verde, blanco y rojo, acompañado de texto que dice 'Se dice que' y 'El PRI y su viaje al fondo del tarro'.

El PRI y su viaje al fondo del tarro

El escenario más optimista para el PRI mexiquense en 2027 cabe en una servilleta y todavía sobra espacio: entre cinco y siete diputaciones plurinominales, una decena de ayuntamientos en municipios rurales diminutos y una batería de regidores que entrarán por representación proporcional como quien se cuela por la puerta de servicio. Eso es todo. No hay hazaña oculta, no hay resurrección pendiente, no hay mapa secreto donde el tricolor conserve músculo. Todo apunta a que el viejo partido avanza hacia los peores resultados electorales de su historia, una especie de viaje antropológico a sus propias ruinas, donde ya ni la nostalgia funciona como analgésico. De las elecciones federales mejor ni hablar: cero distritos y cero diputados, un silencio que duele más que cualquier derrota. El PRI no está en riesgo de disminuir; está en riesgo de disolverse. Y, aun así, hay quienes siguen hablando de “estructuras”, como si los fantasmas votaran.

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Silueta de una figura masculina frente a una ventana iluminada, con texto superpuesto que habla sobre la corrupción en organismos de agua municipal.

Los huachicoleros de agua… pero de cuello blanco

A los organismos municipales de agua les urge la luz del día, aunque varios preferirían seguir operando en esa penumbra contable donde nada se registra y todo se cobra. Son entidades “descentralizadas” solo en el nombre: en la práctica funcionan como las cajas chicas de los alcaldes, pequeños reinos hidráulicos donde se compra agua que no se paga, se vende agua que no se entrega y se factura líquido que jamás corrió por una tubería. Ahí están los verdaderos huachicoleros del Edomex, los de cuello blanco, los que no perforan ductos sino presupuestos; los que no cargan bidones sino maletines; los que convierten el agua en dinero y el dinero en lealtades políticas. Los operadores saben quiénes son, los usuarios también, y los gobiernos municipales mejor ni digamos. El fraude no es anecdótico, es sistémico: el agua que debería sostener a las comunidades termina engordando bolsillos que ya han olvidado lo que es la vergüenza. Y mientras no se prenda el reflector sobre ese ecosistema corrupto, los discursos sobre derecho humano al agua serán puro vapor.

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