La Quinta Columna

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La oposición al PRI tendrá que decidir si es entreguista y candorosa o se da cuenta de que quienes detentan el poder serán capaces de todo para conservarlo

«Los poderosos de siempre no caerán solos, hay que derribarlos»

En el futbol el árbitro que no es imparcial atenta contra los jugadores, decepciona a los espectadores y traiciona el espíritu deportivo. Lo mismo pasa en las elecciones, con el agravante de que se atenta contra los ciudadanos, los decepcionados son los integrantes de la población en general y la traicionada es la democracia.

Los árbitros en elecciones son el Tribunal Estatal Electoral (TEEM) y el Instituto Electoral del Estado de México (IEEM) presumiblemente bajo control del Ejecutivo Estatal.

Respecto al primer árbitro, apenas esta semana, la «La Jornada» publicó –en la columna Observatorio Electoral– lo siguiente: «El TEEM ha sido un eficaz instrumento del sistema, siempre favorable al oficialismo. Han sido numerosas las ocasiones en que se le ha utilizado para favorecer al PRI…«

A las pocas horas, como si se tratara de ratificar la información en relación al segundo árbitro, se hizo público que el IEEM determinó –por mayoría de votos– la inexistencia de las infracciones que acusó Morena sobre supuesto uso de recursos públicos, promoción personalizada y actos anticipados de campaña en contra de Enrique Vargas y del Partido Acción Nacional. Solo ese Órgano no observa lo que es evidente.

La oposición al PRI –PRIAN/PRD– tendrá que decidir si es entreguista y candorosa o se da cuenta de que quienes detentan el poder serán capaces de todo para conservarlo. Tomarán a la brava el control de las casillas, usarán a los árbitros, utilizarán sin pudor alguno a servidores y recursos públicos e incluso echarán mano de los cuerpos policiales para sus fines.

Solo la oposición unida, organizada y de la mano con una ciudadanía consciente que se traduzca en una votación masiva podrán evitarlo, si no, se cumplirán 100 años en el poder del PRIAN/PRD y las presentes y futuras generaciones estarán condenadas a la desigualdad, al enriquecimiento de pocos y al empobrecimiento de muchos.

Los medios de comunicación y periodistas pueden ser el fiel de la balanza. Tendrán que elegir si son sólo instrumentos de propaganda o se ponen del lado del pueblo y denuncian lo que está mal. No debe pasar desapercibido para el gremio el desprecio de las élites, que para rematar quedó evidenciado en un nuevo audio del líder nacional del PRI donde dice: “A los periodistas no hay que matarlos a balazos, papá, hay que matarlos de hambre».