América latina se ha visto envuelta en un acelerado proceso de cambio, del 2019 a la fecha los estallidos sociales han alcanzado a Ecuador, Brasil, Haití, Bolivia, Colombia, Chile, más recientemente Perú y Guatemala; si bien cada país ha tenido sus particularidades, el fenómeno no podría explicarse sin las condiciones económicas que se viven a nivel global y regional.
Los principales organismos internacionales, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional han confirmado que en este año atravesamos la peor recesión económica mundial de los últimos 90 años, la explicación de esta situación es atribuida por estas instituciones a la pandemia por COVID-19.
Sin embargo hay al menos tres elementos más a considerar:
1.- El principal indicador que se toma en consideración para hablar de recesión es el crecimiento del Producto Interno Bruto, el cual de acuerdo con datos del Banco Mundial venia en decrecimiento desde hace 2 años a nivel global.
2.-Que mientras algunas escuelas de la economía reducen su explicación de la crisis a determinado suceso o acontecimiento, otras identifican contradicciones internas del sistema económico capitalista, como la sobreproducción de mercancías, para definir la crisis como fenómenos cíclicos recurrentes e inevitables.
3.-Que pese a las distintas explicaciones de la crisis o la recesión muchos economistas coincidían desde hace más de un año en que este fenómeno se avecinaba y tendría una profundidad superior a la más reciente crisis del 2007-2009.
Antes del 2020 la mayoría de países donde estallaron los levantamientos sociales ya enfrentaban problemas económicos, por lo que algunos recurrieron al endeudamiento y asumieron las políticas recomendadas por el FMI y el BM a cambio de créditos.
Un ejemplo fue Ecuador, quien aplicó el llamado “paquetazo” para buscar cubrir los requerimientos del Fondo Monetario Internacional, que con sus medidas se planteaba mantener el desempleo alto y reducir los salarios para que la economía se hiciera “más competitiva” a nivel internacional.
El paquetazo implicaba medidas como la eliminación de los subsidios al precio de los combustibles, baja salarial y recortes en el sector público, la respuesta fue multitudinaria, mayoritariamente sectores indígenas llamaron a un “gran levantamiento” que fue combinado con el paro del pueblo lanzado por diversos sindicatos, organizaciones estudiantiles, campesinas y populares, con estas dos convocatorias la capital Quito fue prácticamente tomada por algunos días, y obligo al gobierno de Lenin Moreno a dar marcha atrás al paquetazo.
Otro de los casos destacados en 2019 fue el levantamiento social en Chile, que dio comienzo con la evasión masiva de estudiantes del pago del pasaje del metro en la capital Santiago, en respuesta a su incremento. En tan solo una semana, las protestas escalaron y comenzó la destrucción del metro y la suspensión del servicio.
En respuesta a las movilizaciones el presidente de Chile, Sebastián Piñera, decretó el Estado de emergencia y posteriormente el toque de queda, en diferentes ciudades, carabineros y militares desataron la represión, sin embargo la movilización sostenida obligó al mandatario chileno a dar marcha atrás al alza del pasaje del metro y anunciar otras medidas paliativas.
Las medidas del gobierno no detuvieron la protesta y manifestaciones históricas alcanzaron a 1 millón de personas movilizadas en la capital, en octubre del 2019, el empuje social orilló al gobierno a iniciar de un proceso para establecer una nueva Carta Magna.
Como parte del proceso hacia la nueva constituyente se realizó el referéndum del pasado 25 de octubre del 2020, en el cual con una mayoría del 78,27% gano el sí a una nueva constitución que será redactada por una Convención constitucional.
El 2019 también marco a Bolivia. El 20 de octubre, la jornada de elecciones presidenciales concluye con el escándalo de la interrupción del cómputo y las denuncias opositoras contra Evo Morales, que es declarado triunfador en primera vuelta.
Diez días después la Organización de Estados Americanos (OEA) publica un informe preliminar que señalaba irregularidades en el cómputo. Horas más tarde, Evo Morales renuncia al poder tras 21 días de protestas sociales y un golpe de estado de las Fuerzas Armadas.
El 12 de noviembre, en una sesión accidentada del Parlamento y sin quórum, la segunda vicepresidenta del Senado, Jeanine Áñez, se proclama presidenta transitoria, y desata la represión para contener las protestas que ahora se expresaban en contra del golpe de estado.
Las movilizaciones se mantuvieron hasta la realización de las elecciones, que llevaron al Partido Movimiento Al Socialismo nuevamente al gobierno, a través del nuevo presidente Luis Arce, quien ha tomado posesión en medio de nuevas protestas de sectores de la derecha y las intenciones de intervención de países como Estados Unidos.
Otro de los países que atravesó fuertes protestas el año pasado fue Haití que también protagonizó una de las mayores movilizaciones de América Latina, con grandes picos de marchas populares y masivas en febrero, junio, septiembre, octubre, noviembre y diciembre, en este caso tal como en Ecuador, el levantamiento fue una respuesta a las medidas “recomendadas” por el FMI al Gobierno del presidente Jovenel Moïse, y contemplaba el aumento a los precios de los combustibles y el fin gradual de los subsidios a los productos derivados del petróleo.
Tras dos días de protestas, la medida fue revocada, dimitió el primer ministro Jack Guy Lafontant, pero el hartazgo se ha mantenido y este año nuevamente las protestas han vuelto a reclamar la salida del presidente.
Dos países que si bien aún no han alcanzado la magnitud de los levantamientos populares anteriormente mencionados, han mantenido desde el año pasado importantes movilizaciones y protestas de carácter nacional son Colombia y Brasil, en ambos casos la exigencia principal ha sido la salida de sus presidentes, y la respuesta una fuerte represión.
Las medidas neoliberales, los recortes presupuestales y una política de violencia contra el pueblo han sido características de los gobiernos de ambos países y si bien la pandemia ha también jugado un papel de contención momentánea, todo apunta a que los meses por venir las oleadas de movilización irán en aumento.
El Banco Mundial anunció en el mes de Junio que en el 2020 la actividad económica regional en Latinoamérica, sufrirá una contracción de un 7,2 %, lo que constituirá una recesión mucho más profunda que las causadas por la crisis financiera mundial de 2008-09 y la crisis de la deuda latinoamericana de la década de 1980.
Estos nuevos elementos económicos sumados a las denuncias y escándalos de corrupción, han traído el despertar de las recientes movilizaciones en Perú y Guatemala que ya han provocado la renuncia del entonces presidente Manuel Merino en Perú y tienen al borde de la renuncia a Alejandro Giammattei.
La rebelión de los pueblos latinoamericanos sigue contagiando países enteros, las formas de las protestas, las exigencias y experiencias en los distintos países, impactarán en los acontecimientos que pueda darse en los próximos meses en la región.