La suerte está echada

El propósito del gobierno está muy  claro. Facilitar la inversión extranjera en todos los órdenes, excepto quizá en la televisión y en la telefonía donde ya hay dueños mexicanos. Y para facilitar la inversión extranjera se está haciendo todo lo que sea necesario. Como cargar las deudas de PEMEX y la CFE a todos los […]

El propósito del gobierno está muy  claro. Facilitar la inversión extranjera en todos los órdenes, excepto quizá en la televisión y en la telefonía donde ya hay dueños mexicanos.

Y para facilitar la inversión extranjera se está haciendo todo lo que sea necesario. Como cargar las deudas de PEMEX y la CFE a todos los mexicanos.

No hay consideraciones sobre cuestiones como soberanía ni menos sobre cómo hacer partícipes a los mexicanos sobre la bonanza que se cree que vendrá.

Ni tampoco sobre cuáles mexicanos deben ser beneficiados de la explotación de los recursos nacionales.

Hay quienes dicen que deben serlo principalmente los pueblos originarios. Dueños de las tierras donde se construirán las grandes obras.

Pero según las leyes recién aprobadas  tendrán que alquilar o vender sus tierras. 

Ya que como dijo el señor penchyna en un arranque fascista que lo pinta de cuerpo entero, el interés superior del estado debe prevalecer sobre los intereses particulares.

Otros más apuntan que las inversiones extranjeras generarán una gran oferta de empleos bien remunerados y que el habrá oportunidades para todos.

Sin embargo muchos temen que los principales beneficiarios sean los integrantes de la clase gobernante quienes podrán alcanzar riquezas milenarias.

Por lo pronto ya les está yendo muy bien a los cínicos representantes populares,  diputados y senadores, y a los medios de comunicación.

Y a todo esto uno se pregunta si los mexicanos podemos aspirar a otra cosa, dado el pobrísimo  nivel cultural que tenemos.

Lo más seguro es que cada quien vea como puede aprovechar la supuesta nueva bonanza, incluido el crimen organizado,  sin importarle lo que los demás les pase.

Así que habrá que ver cómo en el futuro el país se convierte en una gran planta de explotación intensiva de petróleo y minería con toda su parafernalia adjunta.