La triste realidad de los niños

El pasado 30 de abril festejamos el día del niño, celebración que nació con la finalidad de promover y defender sus derechos; lejos de los festejos y las celebraciones, la realidad que enfrentan es muy diferente. De acuerdo con datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) y el Fondo […]

El pasado 30 de abril festejamos el día del niño, celebración que nació con la finalidad de promover y defender sus derechos; lejos de los festejos y las celebraciones, la realidad que enfrentan es muy diferente.

De acuerdo con datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), en el 2014 (cifras más recientes) casi el 54 por ciento de los 40 millones de niñas, niños y adolescentes en México viven con algún tipo de pobreza; de ellos, 4.7 millones se encuentran en pobreza extrema; la mayoría son indígenas, y comen solo una vez al día.

CONEVAL y UNICEF expusieron que en el 2014, más de 21 millones de personas de entre 0 a 17 años de edad carecen de las condiciones mínimas para disfrutar plenamente sus derechos, pues pasan por una situación de escasez alimenticia, falta de oportunidades para educarse, no cuentan con servicios médicos o con una vivienda de calidad, entre otros.

Los principales problemas que enfrentan nuestros niños mexicanos son la desigualdad, inequidad, pobreza, discriminación, violencia, y la explotación laboral.

Como un hecho alarmante se determina que los menores son vulnerables a la desaparición forzada, ya que el 30 por ciento de los registros de desapariciones en México son de menores de edad, pues del 2006 al 2014, de acuerdo con cifras del Registro Nacional de Personas Extraviadas y Desaparecidas, hay más de 6,725 casos.

En México, también siguen pendientes las adecuaciones a disposiciones locales y de políticas públicas integrales que atiendan la situación de nuestros niños; además, falta generar la habilidad de terminar con un gran obstáculo que hace que no mejoren sus condiciones: la discriminación, que nos impide escucharlos y tomar en cuenta sus necesidades, pues a pesar de su corta edad, son capaces de expresar muy bien lo que quieren.