De todos los problemas que padece el Estado de México ninguno es nuevo, todos son de larga data. Igual de cierto es que ninguno está resuelto y para que ello suceda tendrá que pasar mucho tiempo, su solución deberá medirse en generaciones, no en sexenios. El daño causado es profundo y el cambio es un proceso, no una solución en sí mismo. Sacar a millones de personas de la pobreza que sufren y movilizarlas a la clase media requerirá de décadas de esfuerzo y consistencia. Gozar de estándares socialmente aceptables de seguridad pública será igual de complicado como ampliar el acceso y la calidad de la educación y la sanidad pública. El estado de bienestar es la nuez al final del túnel, bastante largo y oscuro, por cierto. Esperar que el gobierno de la maestra Delfina dé soluciones inmediatas es absurdo, infantil y abusivo.
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El secretario de Movilidad, Daniel Sibaja, anda loco de contento con la incorporación como secretario de Economía al próximo gobierno de la presidenta Sheinbaum de su gurú político, Marcelo Ebrard. Daniel nunca ha ocultado sus querencias y razones para estar de buenas, las tiene. Otro mexiquense muy feliz con el regreso de Ebrard al poder es el empresario toluqueño Enrique Gómez de Orozco, a quien muchos identifican como uno de sus financistas.
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Todos los magistrados del Poder Judicial del Estado de México serán susceptibles a ser removidos consecuencia de la inexorable aprobación de la reforma federal. Podrán participar en el proceso de renovación y volver quizá a sus cargos, pero de que se van… se van. Esto también coloca en vilo la renovación en la presidencia del Tribunal Superior de Justicia y del Consejo de la Judicatura local. Quizá tendrá que nombrarse a titulares provisionales. En 2025 nada será como antes.
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El hombre de confianza de la maestra Delfina Gómez en el Poder Legislativo local es Paco Vázquez, de eso no hay la menor duda. Por eso, en términos reales, lo que pase con la coordinación de la próxima bancada morenista o en la presidencia de la Junta de Coordinación Política es secundario por no decir que francamente irrelevante, sencillamente porque no modifica en nada la relación entre ambos.
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Quienes apostaban por la caída vergonzante del secretario general del SMSEM, Marco Aurelio Carbajal, fallaron estrepitosamente. Terminará su periodo quizá con más fuerza que con la que empezó. Ha quedado más que claro que tiene la aprobación no solo de los maestros sindicalizados, también de la maestra gobernadora. Marco Aurelio deberá ser prudente con ese poder y colocarlo en favor de una transición tersa y democrática. Podrá decir entonces, misión cumplida, y retirarse a disfrutar en paz y con gozo de su vena melómana.

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