Horacio Duarte ha hecho pública con toda transparencia su legítima aspiración a participar en el proceso interno de su partido, Morena, para elegir candidato a la gubernatura del Estado de México en 2023. Faltan 23 meses para la elección constitucional y hay que considerarlo como protagonista muy competitivo.
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Otro político en ascenso es Elías Rescala, quien, como se esperaba, coordinará a los diputados locales del PRI. A Elías, Alfredo del Mazo lo está formando como Enrique Peña lo formó a él. Desde el inicio de la administración ha sido el operador político de confianza. El reto que tiene ante sí no es fácil, construir acuerdos con una oposición cada vez más exigente y retadora. En buena medida la gobernabilidad dependerá de sus resultados. Elías tiene la oportunidad de meterse de lleno a la competencia por la candidatura priista, está en el lugar correcto en el momento correcto, pero nada puede darse todavía por resuelto.
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El higinismo se consolida como grupo de presión más allá de Morena, el GAP o la izquierda. El senador Higinio Martínez ha logrado exitosamente aglutinar alrededor de su persona a una serie de personajes a quienes ayudó a empoderarse, entre ellos algunos diputados locales, alcaldes, síndicos, regidores y uno que otro funcionario. El horizonte es 2023, concentrar capital político para influir primero en la sucesión local, y después, en la presidencial.
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Mario Casarrubias Salgado, “El Sapo Guapo”, era un pistolero al servicio de los hermanos Pineda Villa, operadores de Arturo Beltran Leyva cuando el llamado “Jefe de Jefes” llegó al Estado de México a hacer negocios allá por el año 2000. El cártel de Sinaloa encontró en tierras mexiquenses un santuario para refugiarse y lavar mucho dinero, principalmente en la industria inmobiliaria de Huixquilucan. A Mario le gustó mucho esta zona y decidió quedarse a hacer vida con su familia. Compró entonces una residencia en el Club de golf San Carlos de Metepec y allí se quedó hasta ser capturado. Con su muerte, Salgado Casarrubias se llevó muchos secretos, entre ellos los nombres de los políticos locales que le protegían a cambio de increíbles sobornos. Fue también una pieza clave en la desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa, él y su hermano Sidronio sabían todo.
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A propósito de crimen organizado, desde hace mucho tiempo entre policías se corre la versión de que a los cabecillas de la “La Familia” les protege desde hace años un alto funcionario de la Fiscalía de Justicia a quien citan con nombre y apellido y, según ese dicho, por eso son inatrapables. Cualquier policía de investigación con cierta antigüedad sabe perfectamente dónde viven y hacen vida social los capos, pero son intocables. No es por un milagro que en casi 20 años operando nunca hayan sido detenidos.

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