Los especuladores nos están poniendo en riesgo

Todo problema relacionado con el mundo de las finanzas termina repercutiendo en vidas de personas de carne y hueso, que se quedan sin empleo, que no pueden adquirir alimentos o que deben rehacer su plan de vida
octubre 26, 2025

La economía actual en el mundo está orientada al capital financiero. Eso significa que hoy la riqueza se genera más por la especulación que por la producción. Dicho en palabras más simples, antes nuestros abuelos y bisabuelos pensaba en que podrían volverse ricos si invertían dinero en producir algo y venderlo; pero hoy la gente piensa en volverse rica obteniendo una ganancia rápida al meter su dinero en apuestas, bitcoins, la bolsa de valores, bonos de deuda, cetes, etc. Esta es toda una tendencia cultural que ha sido estudiada por muchos investigadores, llegando a la conclusión de que hay nuevos valores y prácticas en torno a lo que es la riqueza, el éxito o las ganancias.

Hace medio siglo eran muy pocos los periódicos o noticiarios que informaran cosas sobre la Bolsa de Valores. Hoy, no hay servicio informativo que pueda prescindir de datos sobre cómo cerró la bolsa, cuánto creció o cayó el Nasdaq, el Dow Jones, el índice de Precios y Cotizaciones, o cómo está la paridad cambiaria entre peso y dólar. ¿A qué se debe esto? Precisamente a la preminencia de las finanzas sobre la producción.

Claro que un cambio tan radical no puede ocurrir sin que haya consecuencias. Pero no hablo sólo de las consecuencias financieras (cuando cae la bolsa o cuando se devalúa la moneda) sino de las sociales. Todo problema relacionado con el mundo de las finanzas termina repercutiendo en vidas de personas de carne y hueso, que se quedan sin empleo, que no pueden adquirir alimentos o que deben rehacer su plan de vida.

En ese sentido, creo que vale la pena pensar un poco en un debate que ha comenzado a tomar fuerza entre los economistas, respecto a una posible crisis que estaría por estallar dependiendo de cómo se comporten las acciones de empresas tecnológicas en la Bolsa de Valores de los EU. La voz que más se ha escuchado es la de Gita Gopinath, una ex funcionaria del FMI y profesora de Harvard, quien a través del semanario The Economist, lanzó una advertencia inquietante: el auge especulativo de las acciones tecnológicas impulsado por la inteligencia artificial (IA) en el Nasdaq podría ser una burbuja a punto de estallar, con el potencial de borrar hasta 35 billones de dólares en riqueza global y desencadenar una crisis financiera de proporciones históricas. 

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Gopinath compara el actual entusiasmo por la IA con la burbuja del «dotcom» de finales de los 90, cuando las promesas de internet inflaron las valoraciones de empresas tecnológicas hasta niveles insostenibles. Hoy, el Nasdaq, liderado por gigantes como Nvidia y Microsoft (líderes en producción de IA), ha alcanzado máximos históricos. Sin embargo, la magnitud del problema actual es mucho mayor debido a la interdependencia financiera global, advirtió este diagnóstico.

Según Gopinath, una “corrección” similar a la del 2000-2002 podría evaporar 20 billones de dólares en riqueza estadounidense y 15 billones en riqueza extranjera, afectando a hogares, fondos de pensiones y economías emergentes. La explicación es más o menos simple: muchas personas, fondos de inversión, de pensiones e incluso gobiernos en el mundo han comprado acciones de empresas tecnológicas esperando que les den jugosas ganancias, bajo la creencia de que la IA es “el futuro”. Dado todo este interés por comprar ese tipo de acciones, pueséstas se han ido por los cielos, pero, evidentemente, tendrían que estar respaldadas por rentabilidad de dichas empresas. Si ello no ocurre, si pasa algo que lleve a esas empresas a no poder dar los rendimientos que se espera, podrían los tenedores de acciones comenzar a venderlas. Si ello ocurre de forma simultánea y masiva, esa burbuja se reventaría, ocasionando una crisis como la de principios de siglo, cuando se cayeron las acciones de las empresas de internet.

En este marco de una potencial crisis, América Latina, con su dependencia de los flujos de capital extranjero y las materias primas, se encuentra en una posición particularmente vulnerable. Una crisis en el Nasdaq podría desencadenar una fuga de capitales, devaluaciones monetarias y recesiones en países como Brasil, México o Argentina, donde las economías ya enfrentan desafíos estructurales. La región ha experimentado esto antes: la crisis asiática de 1997 y la crisis financiera de 2008 mostraron cómo los shocks financieros en el Norte Global pueden devastar a las economías emergentes. 

Gopinath advierte que, en un mundo más interconectado y con menos margen de maniobra fiscal, el impacto de una crisis de la IA sería aún más severo. Y esta advertencia no puede entenderse únicamente en términos económicos; requiere una mirada antropológica que revele las prácticas y valores culturales que sustentan esta burbuja. La especulación, lejos de ser solo una estrategia financiera, se ha convertido en un valor central de la sociedad contemporánea, impulsado por la financiarización de la economía. Este proceso, ha transformado el dinero en un símbolo de poder y éxito, despegado de la producción material. O, sea, especular no está mal visto, al contrario, “se vale”, por que siempre se está en búsqueda de ganancias vía inversiones financieras. 

Hoy los traders glorifican el riesgo y las ganancias rápidas, internalizando una mentalidad de corto plazo. Esta cultura de la especulación celebra la incertidumbre como una oportunidad, pero ignora sus consecuencias sociales. En el caso de la IA, la narrativa de una «revolución tecnológica» ha inflado las valoraciones de empresas como Palantir, cuyas acciones cotizan a 100 veces sus ventas, según datos recientes. Esta exuberancia, que Gopinath califica de «insostenible», refleja una creencia cultural en el progreso ilimitado, pero también una desconexión con las realidades de las comunidades afectadas por estas dinámicas. 

En países como el nuestro, donde la inversión extranjera a menudo se dirige a recursos naturales o proyectos tecnológicos extractivos, la especulación global puede traducirse en desplazamientos de comunidades indígenas y en un desarrollo desigual. Tenemos un doble desafío frente a esta burbuja: por un lado, la exposición a los mercados financieros estadounidenses nos hace más vulnerables (por ejemplo, una caída en el Nasdaq podría reducir la inversión extranjera directa, afectando sectores clave como la minería, la agricultura y la tecnología, que dependen de capital externo). Por otro lado, la financiarización ha permeado la economía local, lo que amplifica los riesgos internos.

En suma, la especulación en tecnologías como la IA puede exacerbar las desigualdades estructurales, porque mientras las empresas tecnológicas del Norte acumulan ganancias, los beneficios de la IA en América Latina suelen limitarse a aplicaciones extractivas, como la automatización de la minería o la vigilancia, en lugar de fomentar un desarrollo inclusivo. Como señala el antropólogo Arturo Escobar, la tecnología en contextos poscoloniales a menudo refuerza las asimetrías de poder, beneficiando a las élites locales y extranjeras mientras margina a las comunidades rurales y urbanas pobres.

En síntesis, la advertencia de Gopinath no es un simple pronóstico económico, sino un llamado a cuestionar los valores culturales que sustentan la especulaciónfinanciera. La burbuja de la IA, como advierte Gopinath, es una oportunidad para reflexionar sobre el tipo de sociedad que queremos construir: una que valore la estabilidad, la equidad y la sostenibilidad u otra que premie la especulación desenfrenada, poniendo en riesgo la vida de millones de personas.

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