Los Trumps de México

  Trump ganó la presidencia de Estados Unidos. El odio se impuso. Y hoy la intolerancia amenaza con resquebrajar los derechos conquistados por las minorías. A todos preocupa su llegada. Algunos lo califican como antidemocrático, pero en México, a pesar del falso patriotismo hay miles con la misma ideología que el empresario republicano, cuyo principal […]

 

Trump ganó la presidencia de Estados Unidos. El odio se impuso. Y hoy la intolerancia amenaza con resquebrajar los derechos conquistados por las minorías. A todos preocupa su llegada. Algunos lo califican como antidemocrático, pero en México, a pesar del falso patriotismo hay miles con la misma ideología que el empresario republicano, cuyo principal objetivo es cercenar la igualdad, la libertad y el respeto por la diversidad sexual.

No, Trump no es muy diferente a lo que piensan legisladores del PRI, PAN, PES, PANAL, PVEM, Movimiento Ciudadano y los integrantes del Frente Nacional por la Familia o los líderes de la Iglesia Católica en el país. Los distingue su color de piel, pero los une el rechazo contra aquello que es diferente a lo que piensan, los consagra la búsqueda de intereses particulares por encima del respeto a los derechos humanos.

Hoy lo critican por ser un peligro para México, sin reparar que ellos todos los días se levantan pensando como joder al país y a sus ciudadanos. Y lo joden cada vez que marchan por la “familia natural”, en cada ocasión que sobajan a la homosexualidad como enfermedad o cuando votan para que la comunidad LGBT no goce del pleno ejercicio de sus garantías individuales. Al republicano le fustigan su xenofobia, mientras nosotros evidenciamos la discriminación incesante de los representantes populares, supuestamente encargados del bienestar de todos los mexicanos, sin importar su orientación sexual o identidad de género.

¡Qué poca vergüenza tienen! El miércoles pasado, cuando el mundo lamentaba la derrota de Clinton, la Comisión de Gobierno y Puntos Constitucionales de la nada Honorable Cámara de Diputados del Congreso de la Unión desdeñó con la mano en la cintura la iniciativa presidencial que buscaba legalizar el matrimonio igualitario en todo el país. A la bendita democracia que defienden en discursos “anti Trump” le construyeron un muro de concreto frío, seco y gris.

¡Qué estúpidos hemos sido! Nosotros tan preocupados por la barrera que nos prometen colocar en la frontera norte, sin darnos cuenta que los que dividen a México están en su propia casa. Tienen nombre y apellido, desde Norberto Rivera hasta Juan Dabdud Giacoman, pasando por López Obrador, Jaime Rodríguez “El Bronco”, Felipe Calderón, Cesar Camacho, Eruviel Ávila y todos los diputados que prefieren el odio y la sotana, por encima del amor.

Nos preocupa ver al ex gobernador de Indiana, Mike Pence como Vicepresidente de Estados Unidos, porque en los hechos ha demostrado ser un  destacado líder conservador en temas como el aborto o las uniones entre personas del mismo sexo, pero nos abruma más escuchar al congresista Jorge Carlos Ramírez Marín, decir que el PRI perderá popularidad al apoyar a la comunidad LGBT del país. Ello nos reduce a gays, lesbianas, bisexuales y trans en votos, y no en seres humanos prioritarios que pierden la vida por prejuicios como los del vicecoordinador del tricolor.

El triunfo del magnate estadounidense nos decepciona, así como a miles de mexicanos, pero más nos entristece saber que nuestros connacionales destacan por el odio, la misoginia y la discriminación. El buen juez por su casa empieza, pero aquí falta mucho para aprende a derribar los muros que nos dividen.  Nos damos cuenta que muchos no son tan diferentes a Trump.

Gracias por leernos en este espacio de pluralidad. Esperamos sus comentarios en nuestro Twitter @FDCRadio.