México a un paso de los octavos de final

Toluca, México; 23 de junio de 2018. La Selección Nacional de México está en la antesala de los octavos de final de la Copa del Mundo de futbol. Consiguió un paso enorme esta mañana al derrotar 2-1 al conjunto de Corea del Sur en el estadio Rostov, inmueble con capacidad para 43 mil aficionados. El […]

Toluca, México; 23 de junio de 2018. La Selección Nacional de México está en la antesala de los octavos de final de la Copa del Mundo de futbol. Consiguió un paso enorme esta mañana al derrotar 2-1 al conjunto de Corea del Sur en el estadio Rostov, inmueble con capacidad para 43 mil aficionados.

El país anfitrión ha cambiado. De la extinta Unión Soviética prácticamente no queda nada, aquella que se desintegró en 1991 marcando el fin de una época. Pero Rusia no dejó de ser una gran potencia a nivel mundial y prueba de ello es el Mundial que organizan sin mayores contratiempos ni dificultades.

En México, el futbol desplegado por selección nacional y las victorias consecutivas sobre Alemania y Corea del Sur hacen soñar a los aficionados mexicanos de conseguir llegar al quinto partido fuera de nuestro país, y por qué no, llegar a las semifinales o a la gran final de la máxima justa mundialista.  

Desde muy temprano los pudientes aficionados mexicanos comenzaron a invadir las calles de Rostov y antes del silbatazo inicial el estadio estaba convertido en una sucursal del Azteca. La gente gritó, cantó y se entregó a una selección que hace soñar.

En América, el arranque del partido paralizó a buena parte del Valle de Toluca. La actividad económica paró por un momento y las calles estaban desiertas; sólo taxis, carros de perifoneo político y el señor del fierro viejo circulaban por las calles.

Los candidatos del Valle de Toluca también hicieron una pausa en sus actividades proselitistas, muy pocos o nadie agendó reuniones en la hora del partido.

Otros, como el gobernador Alfredo del Mazo, se aventuraban en sus redes sociales a pronosticar el marcador sin parecer saber de futbol, pero por azares del destino le atinaban al marcador de 2-1 final.    

En los vestidores Juan Carlos Osorio daba a conocer la alineación de México. El colombiano hizo sólo un ajuste respecto a la alineación que enfrentó a Alemania la semana pasada: la entrada del americanista Edson Álvarez en lugar del defensa Hugo Ayala.

Desde los primeros minutos del partido Corea del Sur entendió la superioridad de México, al menos en el terreno de juego, y se replegó, buscando el gol en un contragolpe. Como en el boxeo, los primeros diez minutos fueron para estudiar al rival y ninguno de los dos porteros fue exigido.

México intentó, pero no podía descifrar la defensa asiática que se multiplicaba. El primer gol llegó al minuto 24, luego de una mano dentro del área del defensa surcoreano. Sin titubear, Carlos Vela tomó el balón, lo acomodó en la mancha del tiro penal y cobró al centro dejando sin oportunidad al arquero asiático.

El gol levantó de sus asientos a millones de espectadores que estaban pegados al televisor y que gritaron el gol buscando en el futbol un alivio a las penurias y miserias del país.

El primer tiempo finalizó y los jugadores se fueron a los vestidores con la Selección de Corea obligada al menos a conseguir el empate. El equipo asiático intentó en el segundo tiempo, pero México poco a poco los fue arrinconando. 

En el minuto 57 el arquero asiático Choo Hyun-Woo voló como Superman para desviar con la mano derecha un remate de Andrés Guardado que amenazaba con incrustarse en el ángulo.

El nombre de Juan Carlos Osorio era entonado en las gradas del estadio, a pesar de que antes del Mundial nadie creía en él. Juan Carlos vivía con intensidad el partido desde la banca. Iba y venía, se cruzaba de manos, hacia cábalas y pedía con rabia una tarjeta por una falta cometida a Lozano.

El partido lo finiquitó Javier Hernández en un letal contragolpe encabezado por Hirving Lozano, quien corrió con balón controlado, abrió para el “Chicharito” que recortó y mandó el balón al fondo del arco del arquero Choo Hyun-Woo y selló el pase de México a los octavos de final de la justa mundialista.

El gol de Javier Hernández hizo por un momento olvidar las diferencias políticas, la pobreza y la inseguridad, aunque al rato todo siguió igual.

Con el reloj a punto de expirar, el delantero coreano Son Heung-Min hizo un soberbio disparo de larga distancia que se incrustó en la meta de Guillermo Ochoa. Pero Corea ya no tuvo oportunidades del empate.

Al final, el "Chicharito" levantó los brazos, Vela sonrió y hubo múltiples abrazos de felicidad. México avanzó por séptima ocasión consecutiva a los octavos de final y los coreanos desconsolados cayeron al césped con lágrimas al ser eliminados.