■ La distancia también gobierna;
■ Regresos, resistencias y torpezas;
■ El poder que entiende… y el que no.
La columneja cierra el año desde su domicilio boreal. Cambiar de código postal no ha sido fácil. El clima es otro, la lengua se resiste, la rutina se vuelve extranjera. Pero la distancia tiene una virtud secreta: aclara la mirada. Ver a México desde fuera permite entender que no es un país extraviado, sino uno que avanza a su modo; con tropiezos, sí, pero con una dirección reconocible. Lo mismo el Estado de México: complejo, contradictorio, ruidoso, pero caminando. A veces hay que alejarse para confirmar lo evidente: como México no hay dos. Con esta entrega, bajamos la cortina del 2025 con una convicción serena, no ingenua: el 2026 puede ser mejor. No por magia, sino por aprendizaje.
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El regreso que muchos descartaron
Se han quedado con un palmo de narices quienes daban por muerta —políticamente hablando— a Trinidad Franco. La maestra estará de regreso en 2026. Restablecida del problema de salud que la obligó a un retiro temporal, vuelve con algo que en política vale más que la prisa: tiempo, información y vínculos intactos. Tiene opciones reales: reintegrarse a la administración pública estatal o regresar a la arena electoral como diputada. Su nexo personal con la gobernadora permanece sólido. Y, en un entorno donde muchos gritan para existir, Trini juega a otra cosa: vale tanto como la información que posee.
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El médico que sostiene la guardia
Hay figuras que no hacen ruido, pero sostienen estructuras completas. Una de ellas es Pedro Zenteno Santaella, hoy diputado federal y actor político de peso específico. Puntal de Delfina Gómez y hombre de las confianzas del expresidente Andrés Manuel López Obrador, sostiene también a la secretaria de Salud Macarena Montoya, quien ha debido enfrentar presiones del llamado cártel de la medicina y las inercias de estructuras priistas aún incrustadas en la nómina del sector. Que Montoya siga en pie no es terquedad burocrática: es respaldo político. En 2025, resistieron. En 2026, toca ordenar.
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Cuando el burócrata no sabe retirarse
La trayectoria de Efrén Rojas explica mejor al sistema que muchos diagnósticos. Burócrata exitoso, político frustrado. Rector, secretario general de Gobierno, número dos del PRI estatal, secretario de Educación, titular del IAPEM. Tocó casi todos los teclados administrativos. La política, esa otra liga, nunca terminó de adoptarlo. Hoy, habita la intrascendencia funcional como asesor de Higinio Martínez. Masonería de alto grado, chuayffetismo de cepa, cálculo frío. El problema no fue el talento, sino el tiempo. Hay quienes no saben cuándo basta. El poder, cuando no se suelta, termina soltándote solo.
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Cuando el cargo queda grande
Al que no le sube el agua al tinaco ni entiende el oficio político es a Nicolás Martínez Romero, presidente municipal de Atlacomulco bajo Morena, pero con el respaldo real de los grupos tradicionales que han controlado el municipio por décadas. Llegó sin comprender una regla básica: el poder no se hereda, se ejerce. En lugar de alinearse con la conducción estatal, se plegó a Mexiquenses de Corazón, desafiando la autoridad política de Delfina Gómez y de Horacio Duarte. No es rebeldía estratégica, es torpeza. Confrontar sin fuerza propia no es valentía. Es factura en camino.
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