Fue en septiembre de 1821 que México fue proclamado un país independiente, tuvieron que pasar 203 años para que una mujer fuera electa líder de un país que se autodenomina democrático, laico y representativo.
En México vivimos tiempos históricos porque por primera vez tenemos a una mujer presidenta, en el caso particular del Estado de México tenemos a la primera mujer gobernadora y es la primera vez que la Cámara de Diputados local será representada en su mayoría por mujeres. Me llena de orgullo saber que las mujeres hemos ganado otra de las batallas a las que nos hemos sometido por tanto tiempo.
Hoy día podemos hacer uso justo del término meritocracia sin romantizarlo, pues seremos representados a nivel federal y estatal por mujeres preparadas, cualificadas y con vocación para poder generar los cambios necesarios.
Desde un punto de vista mucho más transversal, en el país hemos alcanzado un avance significativo para las mujeres que queremos y sabemos que podemos administrarlo, sin embargo, no hay que perder de vista que 6 años no son suficientes para trabajar en ideas nuevas si tomamos en cuenta que hoy debiéramos reivindicar el sentido de nuestro país en función de los buenos proyectos que ya existen y así no desaprovechar ni comprometer algún recurso que ya esté implementado.
Recuerdo que antes, en función de hacer lo que podíamos con lo que teníamos, llevábamos a cabo reuniones para proponer agendas de género y ahora que hay mujeres en los tres órdenes de gobierno tenemos las herramientas para generar acciones al respecto de las mismas.
Hoy, las mujeres vivimos una transición en la que hemos demostrado que entre nosotras somos aliadas y que en esta lucha también hemos generado sinergia con valiosos aliados, quienes encuentran coincidencias en nuestros ideales y en nuestro principal objetivo que es crear un cambio en nuestro país.
Se acabó el cliché de que las mujeres queremos ser como los hombres y tener que masculinizarnos para poder ser tomadas en cuenta.
Se acabó el término empoderada respecto de una mujer fuerte, talentosa y vulnerable, las mujeres somos poderosas desde que nacemos y queremos ejercer nuestros derechos de manera segura sin tener que esforzarnos el triple para conseguir un puesto de toma de decisión.
Se acabó que las mujeres seamos percibidas como un “tema de moda”, se acabó que cuando una mujer obtiene una posición de liderazgo sea porque se le vincula con un hombre. Ahora las mujeres somos líderes por nuestra experiencia, talento y trayectoria.
Desde una perspectiva de género somos nosotras quienes estamos preparadas para abordar temas que vivimos de manera cotidiana como estrategia para solucionar todas aquellas problemáticas que nos aquejan y que no solo atienden a temas de desigualdad, violencia de género e inseguridad, sino también a la carencia de valores que enfrentamos a nivel global.
Y aunque los partidos políticos cumplieron una cuota de género como estrategia, las mujeres llegamos para quedarnos porque seguimos abriendo camino a otras mujeres.
Las líderes del presente enfrentamos un gran reto: crear gobernanza.
Desde el tema público, la iniciativa privada y la sociedad civil, hemos de construir puentes para todas y todos estar incluidos.
Estamos avanzando de manera significativa sin olvidar que aún hace falta mucho por lograr, pero me conmueve saber que las mujeres ya no somos el futuro sino el presente.
Y si no hay remedio, hablemos de ello…

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