Narrativa contra reloj

Narrativa contra reloj
La narrativa positiva de los partidos políticos y sus circunstanciales abanderados o abanderadas se puede definir de diversas maneras

El bien más valioso en una contienda electoral, dicen los iluminados en la materia, es simple y llanamente “el tiempo”.

Tanto en la vida como en la política, todos los recursos del mundo son insuficientes para ir a contra pelo del paso inexorable del tiempo, los plazos son fatales.

La narrativa positiva de los partidos políticos y sus circunstanciales abanderados o abanderadas se puede definir de diversas maneras, quizá la conjunción de conceptos sea lo más adecuado.

Se puede decir que es:

1.- Congruencia entre el pasado y lo que se plantea hacia adelante; un ejemplo contrario es la alianza entre partidos tradicionalmente rivales que se unen para evitar perder el poder o dar concesiones inmerecidas a los aliados en turno.

2.- Unidad entre los integrantes de un mismo equipo; lo contrario es hablar de sumar y, debajo de la mesa, ser los principales detractores, excluir visiones distintas es construir el camino a la derrota.

3.- Generar mensajes claros y contrastantes; lo contrario son los bandazos discursivos, la guerra sucia, el mentir reiteradamente como método de manipulación.

Pero en las contiendas las autoridades electorales y las ejecutivas, que deben ser garantes de la equidad de la contienda, frecuentemente se convierten en parte, también tienen su propia narrativa.

1.- En el discurso, respeto a las condiciones de equidad; lo contrario, que en los hechos sus integrantes y subalternos intervengan descaradamente con el uso de recursos públicos en favor de una de las opciones o en ataque a las contrarias.

2.- Declarar que se está listo para crear condiciones de equidad; por el contrario, mostrar una actitud pasmosa y permisiva, demostrando que no se ve o no se quiere ver, ni sancionar o por lo menos condenar las violaciones evidentes, olvidando que la justicia que no es pronta se traduce en injusticia.

3.- Promover la participación ciudadana; lo contrario, desalentar con sus acciones o inacción el voto, por ser lo que más conviene para preservar el estado de las cosas.

Ante ello, la única expresión de la narrativa del ciudadano es el voto, pero es la más definitoria. El tiempo ya avanzó para construir una narrativa positiva de parte de los partidos y autoridades, en virtud de que estamos a la mitad del segundo tercio de la contienda.

En el caso del Estado de México, además, el último tercio, que será propiamente la campaña, se verá afectado por múltiples días festivos –semana santa y 1,5,10 y 15 de mayo–. El bando que tenga la capacidad de entender que su narrativa está contra reloj tendrá posibilidades de consolidar un triunfo que ya se perfila.