Nayarit devastado y abandonado

Pueblos completamente sepultados por el lodo, comunidades donde la inundación no cede, ríos desbordados, gente durmiendo en las azoteas de su casa o en improvisados y precarios albergues, servicios públicos suspendidos, empezando por escuelas, hospitales y terminado con seguridad pública, así luce el estado de Nayarit hoy. Casi 180 mil personas se encuentran damnificadas y […]

Pueblos completamente sepultados por el lodo, comunidades donde la inundación no cede, ríos desbordados, gente durmiendo en las azoteas de su casa o en improvisados y precarios albergues, servicios públicos suspendidos, empezando por escuelas, hospitales y terminado con seguridad pública, así luce el estado de Nayarit hoy. Casi 180 mil personas se encuentran damnificadas y 13 de sus 20 municipios devastados; es, sin duda, “la mayor devastación que jamás haya tenido registro en su historia”, dijo el secretario general de gobierno de aquella entidad del país. Y, sin embargo, ni una sola palabra ha merecido de parte de la presidencia de la república, ya no digamos una visita para llamar la atención sobre aquella tragedia y movilizar las labores de ayuda y reconstrucción, ni siquiera un mensaje de solidaridad o de apoyo extraordinario en esta situación trágica.

Transcurrieron ya más de 10 días desde que pasó el huracán Willa por esa y otras entidades del Pacífico mexicano, pero sin duda Nayarit resultó la más dañada. Casi el 10% de toda su población resultó seriamente afectada. Si bien en pérdidas de vida humana se reportó “saldo blanco” por parte de la Secretaría de Gobernación, las afectaciones a la vida de casi 20% de toda la población nayarita son irreversibles: lo han perdido todo, pues casa, ropa, muebles, alimentos, sembradíos, granjas, vehículos, quedaron bajo el agua o en medio de toneladas de lodo.

¿Cómo rehacerse tras algo así? Resulta difícil de imaginar para quien nunca se ha visto en una situación así de angustiosa, sin embargo, miles de familias en municipios como Tuxpan, Tecuala, Acaponeta, Rosamorada o Huajicori pasaron días enteros incomunicados y hasta sin alimentos, porque todo se lo llevó el agua y la ayuda tardó en llegar.

La etapa de emergencia -ha dicho la Secretaría de Gobernación- quedó superada. Y es que para ellos técnicamente una vez que se degrada o diluye un huracán, ya no hay emergencia sino que viene la etapa de recuperación. ¿Pero cómo puede decirse que pasó la emergencia si hay tantos miles de mexicanos que no saben si van a comer al día siguiente, porque dependen de que alguien mande una despensa y que haya manera de consumirla? ¿Cómo puede ser que nadie con convocatoria nacional haya podido pedir que viremos la mirada hacia Nayarit? No cabe duda que hasta para las labores humanitarias hay discriminación: las comunidades rurales e indígenas no son nota, no dan para un hashtag o trending topic en las redes sociales. No hay político que quiera levantar la voz para organizar el apoyo a los nayaritas, porque están muy ocupados hablando del fallido aeropuerto y profetizando “el fin de la república” con las formas del próximo gobierno federal.

No está por demás recomendar que busquemos información en las redes sociales y seguro cada uno encontrará testimonios del grado tan severo de afectación que dejó Willa por esa región del país; y ojalá que encuentren también todos ustedes la forma de solidarizarse y apoyar, ya que la autoridad ha brillado por su ausencia.