No todo está perdido 

El odio siempre asecha, es una realidad innegable. La discriminación contra la población LGBTI es pan de cada día a lo largo y ancho de México, pero ello no significa que no existan avances importantes en el respeto a los derechos humanos de gays, lesbianas, bisexuales, trans e intersexuales. Los cambios pueden resultar lentos, pero son sumamente significativos. Y para muestra un botón. En las últimas semanas, Michoacán y Nayarit se convirtieron en la segunda y tercera entidad en todo el país, además de la Ciudad de México, en contar con una ley para reconocer la identidad de género de
julio 22, 2017

El odio siempre asecha, es una realidad innegable. La discriminación contra la población LGBTI es pan de cada día a lo largo y ancho de México, pero ello no significa que no existan avances importantes en el respeto a los derechos humanos de gays, lesbianas, bisexuales, trans e intersexuales. Los cambios pueden resultar lentos, pero son sumamente significativos.

Y para muestra un botón. En las últimas semanas, Michoacán y Nayarit se convirtieron en la segunda y tercera entidad en todo el país, además de la Ciudad de México, en contar con una ley para reconocer la identidad de género de la población transexual, lo que significa un paso más por la igualdad.

Mientras tanto, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) invalidó dos artículos del Código Civil y de la Constitución de Chiapas que negaban las uniones civiles entre parejas del mismo sexo, por lo que desde ahora el matrimonio igualitario es una realidad en ese estado del sur de la República.  En tanto, en Lagos de Moreno celebraron la primera marcha del Orgullo LGBTI.

Otras noticias que nos llenaron de algarabía fueron la resolución emitida por el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) para que las parejas del mismo sexo puedan recibir una pensión de viudez en caso de que su cónyuge muera y el pronunciamiento de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV) ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) sobre la urgencia de prohibir las “terapias de conversión gay”.

Sí, los logros pueden no ser suficientes ante la ola de intolerancia cotidiana contra quienes no son heterosexuales. Sí, los retos que quedan en México todavía son inmensos y en muchas trincheras hay que temas que no han sido lo suficientemente atendidos, como la tipificación de crímenes de oído, la erradicación del acoso escolar por homo, lesbo, bi o transfobia, la prevención de suicidios entre jóvenes LGBTI, la prohibición de las “terapias deconversión”, la atención médica adecuada para la población trans o la generación de políticas públicas dirigidas a gays, lesbianas, bisexuales, trans o intersexuales con algún tipo de discapacidad, que sean indígenas, con un nivel bajo socioeconómico o que sean adultas mayores.

El odio asecha, pero estos avances y las luchas que se hacen en los estados,  al menos nos  recuerdan que no todo está perdido y que los pequeños actos de valentía por defender el derecho a amar a quien se quiera o a elegir la identidad de género van rompiendo, poco a poco, las  puertas del clóset de la discriminación.

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