Nuevo año y nueva década

La década que ahora termina será recordada en el futuro como aquella en la que la gente equiparó el hacer con el informar.

Este 2019 fue el último año de la década. La segunda década del siglo XXI está llegando a su fin y hay varias cosas que la han marcado. En este espacio han sido tema recurrente (por su impacto a nivel social) la explosión de las redes sociales digitales, la masificación del uso de los smartphone, la inteligencia artificial, la simulación computarizada, entre otras. Ellas son, sin duda, parte importante de la huella que nos deja esta década.

Entre el año 2010 y este 2019 que está feneciendo, la comunicación entre las personas, la forma de socializar, la manera de hacer política, de informarse, de hacer negocios, entre otras muchas cosas han sido impactadas por estos elementos que aparecieron o se expandieron justo en la década que termina. La cultura de la conectividad se consolidó justo en esta década.

Los hoy tan populares Facebook, Twitter, Instagram, Whatsapp, Amazon, Uber, Spotify, Netflix, nacieron o “explotaron” en los últimos diez años y terminaron por transformar radicalmente muchas cosas: la manera en la que la gente se conoce, se comunica, se informa, compra, se entretiene, etc. Pero no sólo eso, sino que modificaron inevitablemente las maneras de hacer política, de protestar, de producir opinión pública, de publicitar, de adherirse o desmarcarse de corrientes de opinión, así como de informar.

La década que ahora termina será recordada en el futuro como aquella en la que la gente equiparó el hacer con el informar: voy a tal sitio o me encuentro con alguien, es importante publicarlo. Las redes sociales digitales han venido a colocarse en el centro de la actividad social a lo largo de la segunda década del siglo XXI. Los integrantes de la generación selfie cada vez más se interesan en lo que les pasa a ellos que en lo que pasa en su derredor, expulsando la otredad cada vez en mayor medida.

De la misma manera, las redes sociales virtuales se han colocado en una posición privilegiada en el quehacer político: a través de Twitter puede anunciarse una política pública o convocarse a derrocar a un gobernante.

El actual presidente de los Estados Unidos en ocasiones parece gobernar con base en tuits; y personajes públicos, instituciones y marcas han tenido que hacerse de los servicios de un community manager por ser el manejo de redes una parte esencial en la imagen pública. Al inicio de la década la llamada “primavera árabe” nos dio muestra de las capacidades políticas de utilizar twitter o whatsapp, cuando regímenes de varios países del norte de África y el medio oriente fueron derrocados por protestas arengadas por esa vía.

La generación y procesamiento de la información han sido la materia prima de la que se ha nutrido la década. La inteligencia artificial y la simulación son dos de sus principales resultados: algoritmos que filtran, procesadores que aprenden y re-crean la realidad o proyectan escenarios y hasta cosas, son parte de las herencias que nos deja el decenio.

La revista Science declaró recientemente que la imagen de un agujero negro era el avance científico del año 2019, pero la misma no es necesariamente una fotografía tomada a ese cuerpo celeste, más bien hablamos de que los computadores de numerosos telescopios recolectaron enormes cantidades de datos y dicha información fue transformada en píxeles para formar una imagen. Se trata, en otras palabras, de la simulación que los supercomputadores hacen de la realidad a partir de millones y millones de datos. Esta es una nueva forma de veracidad científica y en esta década se ha consolidado como procedimiento.

Sabemos que hoy existen más teléfonos móviles que habitantes en el planeta (y eso que nos acercamos ya a 8 mil millones de seres humanos), la mayoría de ellos teléfonos inteligentes que han adquirido un carácter protésico: son una especie de extensión de la corporeidad de miles de millones de personas. Su centralidad, ubicuidad, su importancia a niveles de acción social le convierten en componente del fenómeno humano contemporáneo.

La década que está concluyendo no sólo hizo que 4.5% del PIB global se deba a la industria de los teléfonos móviles, sino que hizo de estos artefactos la herramienta esencial para la vida en sociedad: en el mundo laboral, familiar, de los negocios, de la información, del entretenimiento, vaya en casi todos los órdenes de la vida el Smartphone está presente.

Cada vez se vuelve más improbable conseguir un trabajo, abrir una cuenta de banco o simplemente sostener una relación personal sin teléfono celular. Los niños y jóvenes cada vez prefieren como regalo un móvil que cualquier otra cosa.


Así termina la segunda década del presente siglo y nos encaminamos a una tercera en la que estos y otros legados serán determinantes en las nuevas dinámicas sociales, económicas, políticas, científicas, emocionales de la humanidad. Feliz año y década nuevos.