Apenas a 4,2 kilómetros del centro de Toluca, el Parque Carlos Hank González fue concebido como un espacio de recreación familiar y de contacto con la naturaleza. Hoy, sin embargo, el lugar refleja descuido, deterioro e inseguridad, según denuncian visitantes y usuarios en plataformas como Google Maps.
Lo que debería ser un pulmón urbano se ha convertido en una muestra del abandono de las áreas verdes en la capital mexiquense. Pasto crecido, árboles de gran tamaño que representan riesgo de caída, bancas improvisadas y registros de agua cubiertos por maleza marcan el panorama. A ello se suma el estancamiento de agua tras la temporada de lluvias, lo que genera un ambiente insalubre.
Un letrero advierte sobre la prohibición de talar o robar árboles —donados por la ciudadanía—, pero la realidad del parque contrasta con la intención de preservarlo.









Infraestructura
Las bardas de madera están astilladas y a punto de colapsar; la malla perimetral, oxidada, apenas delimita el espacio. Los muros de concreto se encuentran cubiertos de grafitis y lo que fueron baños o vestidores muestran desgaste, falta de privacidad y abandono.






Juegos infantiles
El área destinada a los niños es una de las más afectadas. La resbaladilla termina en un charco de agua con un tabique en medio; la estructura se sostiene sobre palos de madera despintados y dañados por la humedad. Dentro de los juegos, la tierra, las piedras y el agua acumulada evidencian la ausencia de mantenimiento.








Canchas
Las dos canchas del parque, de fútbol y baloncesto, tampoco escapan al deterioro. En la primera, el césped artificial se levanta y deja al descubierto el concreto, mientras las bancas de jugadores apenas se sostienen con láminas oxidadas y estructuras endebles. La cancha de basquetbol perdió su color y la maleza invade el concreto, donde además se forman charcos.





Estacionamiento
El área destinada al estacionamiento es otra muestra del descuido. Los baches, convertidos en auténticos cráteres llenos de agua, dificultan el tránsito de los automóviles y ponen en riesgo a los visitantes.




El Parque Carlos Hank González, que alguna vez fue un referente de esparcimiento, hoy se enfrenta al desgaste del tiempo y la indiferencia institucional. La ciudadanía, entre la resignación y la esperanza, exige un plan de rescate que devuelva a este espacio su función original: ser un lugar seguro, verde y digno para la convivencia.

Síguenos