Abatir la pobreza laboral

Abatir la pobreza laboral
Históricamente han sido varias las razones que impiden que todos en un cuerpo social tengan lo necesario para vivir bien.

Si en una sociedad hay personas viviendo en pobreza se debe a que no funciona bien. La vida en sociedad solo tiene sentido si sirve para generar adecuadas condiciones de vida para todos sus miembros. Pensemos en el grupo social básico, la familia: las personas forman familias pensando en que así estarán mejor; viviendo asociados en familia, todos sus integrantes tendrían que contar con lo necesario, si no ocurre eso, algo en ese grupo social no está funcionando. Lo mismo pasa a nivel macro: una sociedad en la que amplios sectores no obtienen lo indispensable para sentir que viven bien tiene problemas de adecuado funcionamiento.

Históricamente han sido varias las razones que impiden que todos en un cuerpo social tengan lo necesario para vivir bien. Sea la organización política, económica, las normas, las creencias, etcétera, hay muchos factores que pueden derivar en un mal funcionamiento social. También la historia está llena de luchas, revoluciones y guerras para cambiar las cosas y buscar mejor funcionamiento.

Por su parte, la ciencia ha desarrollado metodologías para medir o estimar quién no tiene lo necesario y en qué medida. El concepto de “pobreza” permite a economistas, demógrafos, sociólogos, antropólogos y demás científicos sociales establecer un umbral a partir del cual la vida humana se degrada (se empobrece). Sin embargo, no hay un acuerdo pleno respecto a dónde y por qué colocar ese umbral. Si un economista, siguiendo al Banco Mundial, toma como referente el ingreso diario de un dólar por persona como el umbral de pobreza, tendrá que debatir con antropólogos y sociólogos sobre ello, porque esa cifra podría alcanzar para “mal comer”, pero nada más. ¿Y el resto de las dimensiones de la vida de la persona? ¿Cómo podría estimarse lo que necesita cada persona para no solo comer, sino satisfacer todas sus demás necesidades?

Ahí es en donde el concepto de pobreza empieza a derivarse en varias dimensiones: ingresos, carencias sociales, de salud, educativas, de vivienda y algunas más. Y también, a partir de ello, es que se identifican los distintos frentes en los cuales hay que trabajar políticamente para que la sociedad vaya abatiendo la pobreza en su población.

En efecto, es políticamente como las cosas pueden modificarse. La política es la herramienta para acordar de manera colectiva las reglas de la vida social. Si acordamos que todos deben tener acceso a la educación y se pone eso en la ley, se deben generar las condiciones para ello; si acordamos que todos deben tener acceso a servicios de salud, lo mismo, a vivienda, igualmente. Así podemos enlistar las acciones que pueden emprenderse políticamente para proveer a todos los miembros de la sociedad de las condiciones para vivir mejor.

Dadas las características de nuestro modelo económico, son los ingresos en lo primero que se piensa al hablar de pobreza. Igualmente, dado ese diseño, es el ingreso vía salario lo que se nos presenta como respuesta inmediata a la pregunta de ¿quién es pobre? A veces se da por descontado que alguien que tiene un trabajo no puede ser pobre o, por lo menos, está en el camino de dejar de serlo. Sin embargo, no es así. Hay mucha gente que trabaja, que tiene un empleo y recibe un salario, pero no alcanza ni para comprar “lo básico”. A esas personas se les etiqueta como estando en “pobreza laboral”.

En México se entiende que están en pobreza laboral aquellas personas cuyo salario no alcanza para destinar 2,243 pesos mensuales a cada dependiente económico en zona urbana, o 1,721 pesos en zona urbana. Es decir, si hay una familia de cuatro integrantes, que vive en una ciudad del país y solo uno de ellos trabaja, pero su ingreso es menor a 8, 972 pesos al mes, padece de pobreza laboral. Y, ojo, teniendo ese ingreso, solo le alcanzaría para alimentos, no para vestido, vivienda, educación, diversión, etc. Si dos de los miembros trabajan y juntos superan esos casi 9 mil al mes, podrían aspirar a comer y quizá tener un poco más para pagar servicios básicos.

¿Cuántos mexicanos viven así hoy en día? Según el Coneval, “entre el tercer trimestre de 2022 y el tercer trimestre de 2023, el porcentaje de la población con ingreso laboral inferior al valor monetario de la canasta alimentaria (pobreza laboral) a nivel nacional mostró una disminución anual de 2.8 puntos porcentuales al pasar de 40.1% a 37.3%, respectivamente”. Entonces, 37 de cada 100 trabajadores está en pobreza laboral en México.

No debe perderse de vista que el salario mínimo actualmente es de 6, 285 pesos al mes. Entonces, un trabajador con esos ingresos apenas y podría mantenerse a él mismo y un dependiente económico, sin que se le considere en pobreza laboral (aunque llegue a la quincena a duras penas). Así están aproximadamente un tercio de la población ocupada en México. Y eso que el panorama se ha venido “componiendo” en los últimos años, pues el salario medio con el que los trabajadores cotizan al IMSS se incrementó en 50.7 por ciento en términos nominales entre noviembre de 2018 y octubre de 2023.

Así es, como parte de una política del actual gobierno federal, el monto del salario mínimo se ha incrementado, hasta el día de hoy en 134.7% En ese mismo periodo la inflación fue de 27.% por lo que, en términos reales, se ha tenido un incremento de 83.8 por ciento. El viernes pasado la Comisión Nacional de Salarios Mínimos anunció un acuerdo obrero-patronal para que a partir del 1 de enero de 2024 haya otro incremento de 20% al salario mínimo. Y, si la inflación termina alrededor de 4%, el sexenio habría terminado con un aumento real del salario mínimo rondando 110%.

Dicho en otras palabras, este gobierno decidió que era conveniente para la sociedad mexicana que los trabajadores ganaran más. Esta es una decisión política como lo era la de mantener los salarios bajos en anteriores administraciones. El saldo del presente sexenio es que se ha duplicado el ingreso, ya descontando la inflación, misma que estuvo muy alta el año pasado y este 2023, debido a un fenómeno global que, sin embargo, no nos llevó a niveles de dos dígitos.

A nivel mundial, la Organización Internacional del Trabajo ubica el umbral de pobreza laboral en 1.9 dólares al día por persona. Eso indica más o menos 34.5 pesos por persona. A partir de 2024, el salario mínimo en México va a ser de 249 pesos diarios en la mayor parte de país, lo cual contrasta con los 88 pesos que se tenían a finales de 2018. A nivel latinoamericano, ningún país incrementó en los últimos cinco años su salario por arriba de 22%. Es un cambio definitivo de política salarial y sin que se haya generado hasta ahora una inflación por arriba de la tendencia global.

Aún hay muchos mexicanos que trabajan y no ganan lo suficiente para sobrevivir, por ello no solo es aceptable este incremento en los salarios, sino que hace falta mucha más inversión en programas sociales que atiendan esas otras necesidades sociales de millones de personas que no tienen acceso a servicios de salud, educativos, de seguridad social, de esparcimiento, etc. Una sociedad con menos gente viviendo con pobreza es señal de que funciona mejor.