Precarización laboral en cifras

Aunque fríos, los números siempre serán un buen indicador. Cuando se quiere conocer algo ayuda mucho dimensionarlo, saber su tamaño, su extensión, su amplitud, su peso. En fin, el lenguaje de los números es importantísimo para el conocimiento humano. Es debido a ello que muchas disciplinas científicas encuentran en el lenguaje numérico la forma más […]

Aunque fríos, los números siempre serán un buen indicador. Cuando se quiere conocer algo ayuda mucho dimensionarlo, saber su tamaño, su extensión, su amplitud, su peso. En fin, el lenguaje de los números es importantísimo para el conocimiento humano. Es debido a ello que muchas disciplinas científicas encuentran en el lenguaje numérico la forma más universal de comunicar tendencias, patrones, correlaciones o regularidades.

En los ámbitos social y económico, las cifras son estupendas herramientas para el diagnóstico y la planeación. Por eso son de especial relevancia los siguientes números en materia laboral y de ingresos: en México, 15.8% de los trabajadores reciben un salario que no rebasa los 2,651 pesos al mes. Así es, el salario mínimo, que asciende a esa diminuta cantidad de pesos, es lo que obtienen por sus jornadas laborales unos 8 millones de mexicanos.

Durante el último sexenio, la cantidad de personas que trabajan por un salario mínimo creció casi tres puntos porcentuales: cuando entró la presente administración federal, el número de trabajadores con ingresos de hasta 1 salario mínimo representaba 13% del total de la población ocupada; hoy deja esa cifra en 15.8%. De manera paralela, el número de personas que obtenían por su trabajo un ingreso superior a cinco salarios mínimos disminuyó de 8.0 a 4.5%. Sencillamente, cada día hay más gente que gana menos por su trabajo.

A punto de terminar su sexenio, el actual presidente hizo un anunció que pretendió ser el “legado” de su gobierno: que durante los últimos seis años se crearon más de cuatro millones de nuevos empleos. Este último también es un número y nos indica algo, pero debe ser complementado con los que dimos antes y que provienen de la fuente oficial de información estadística en el país: el Inegi.  Su Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del Instituto Nacional de Estadística y Geografía nos revela que el tipo de empleos que más creció durante los últimos seis años es el de aquellos que pagan entre uno y dos salarios mínimos, o sea que tienen como techo de ingresos mensuales 5,302 pesos. Del total de la población empleada en nuestra nación 28% obtiene estos ingresos. Una simple agregación aritmética indica que 43.8% de todos los trabajadores tienen que resolver su vida con un ingreso semanal que va de los 662 a los 1,325 pesos. Estamos hablando de 22 millones de personas.

Dijimos al inicio que los números son buenos indicadores; ¿estas cifras que nos revela el Inegi qué nos indican? Sencillamente que todo el sexenio estuvo en curso un proceso de precarización del trabajo: hacer cada vez más frágil, más inestable e insegura la condición de la gente trabajadora, teniendo que “vivir al día”, satisfaciendo apenas las necesidades básicas, sin ninguna posibilidad de ahorro, sin la certeza de un respaldo monetario para enfrentar contingencias, sin una base material para edificar un futuro posible, con casi nulas posibilidades de movilidad social.

En buena medida estos números tan reveladores de la condición laboral en México son las que han avivado en el Congreso Norteamericano las intenciones de reabrir las negociaciones del tratado comercial entre México, Estados Unidos y Canadá, pues estiman que en México se paga muy poco a los trabajadores en comparación con sus vecinos del norte, lo cual hace dispareja la competencia entre empresas asentadas aquí y las que tienen ellos. No olvidemos que durante todo el proceso de re-negociación de dicho tratado Canadá fue muy insistente en que México tenía que hacer algo para incrementar el nivel de los salarios.