La visión reduccionista del relevo administrativo se ha impuesto, desafortunadamente, en la narrativa del cambio de régimen. Poco o nada se habla del relevo ideológico para la construcción de nuevas políticas públicas, menos de la liberación cultural anhelada. Será muy desilusionante si el proceso de transformación se limita a una simple alternancia.
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En el Estado de México, la gente sacó del gobierno al neoliberalismo y apostó por el progresismo solidario, parece que eso no se ha entendido. La derecha fue derrotada contundentemente para dar paso a un régimen humanista que atienda primero a quienes menos tienen y que históricamente han sido relegados. Así de profunda debe ser la transformación. Obtener menos que eso, será chapuza.
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A los muchos desafíos ante sí, Delfina tiene uno más del que tampoco se ha hablado hasta ahora, la construcción de una nueva clase política mexiquense que sustituya a la actual llena de vicios y torceduras. El pragmatismo con el que actúan hoy podría terminar por desdibujar al movimiento de la 4T en el futuro. Abrir la puerta a liderazgos de partidos por los que la gente votó en contra, no solo es un error, es traición.
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La disputa por el gobierno de Huixquilucan estará en el centro del proceso 2024. Morena ha tomado la decisión de competir con todos sus recursos ideológicos, humanos, materiales y organizacionales al PAN. En ese contexto, debe explicarse la reciente concertación con el diputado federal panista Toño García, que es el primero, pero no el último en cambiar de bando.
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No habrá un solo obstáculo en la legislatura local para aprobar el presupuesto 2024. Todo está dispuesto para que las bancadas de Morena, PT, PVEM y PRI lleguen a un conveniente acuerdo. MC es un enigma, el PRD a nadie importa y el PAN es un hecho que votará en contra. La mayoría necesaria está construida.